El geólogo Carlos Costa y sus 40 años de docencia


El Dr. Carlos Costa es un destacado docente e investigador del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas y Naturales (FCFMyN). Comenzó a trabajar en esta Unidad Académica en 1980 como Auxiliar de Segunda categoría, con una breve interrupción entre 1982-1984, cuando estuvo trabajando como docente-investigador en Colombia.

Fuera del ámbito universitario, el profesional ha ejercido como geólogo también en Venezuela, Costa Rica, Puerto Rico, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Chile, Jordania, Brasil, Bolivia, Perú y Ecuador. Además, ha dictado cursos y conferencias en otros países.

Tras cuatro (4) décadas ligado a la educación superior, el profesor ha iniciado los trámites jubilatorios.

– ¿Qué lo llevó a cambiarse a la Universidad Nacional de San Luis en su época de estudiante, teniendo avanzada su carrera en Bahía Blanca?

-La Universidad Nacional del Sur sufrió un importante éxodo de docentes durante el gobierno militar, precisamente los mejores profesores. Yo había ingresado en 1975 y las cátedras estaban casi todas desmanteladas y además del difícil ambiente que se vivía en la universidad en esos años (ya desde 1975 la presencia de la Triple A intimidaba a la universidad y esto fue reemplazado luego con los militares), tampoco teníamos viajes de campo, esenciales en geología. Con un grupo de compañeros comenzamos a plantearnos la idea de emigrar. El propósito inicial era ir a San Juan. Tres (3) compañeros fueron allá, pero con Gabriel Ramos, compañero de ingreso en la UNS y docente de la UNSL, optamos por San Luis.

– ¿Tuvo docentes que fueron sus referentes? 

-En San Luis encontré en el Dr. Criado Roque un conocimiento y experiencia muy motivador para mí. Luego al hacer mi especialización en fotogeología fueron muy importantes los contactos con geólogos holandeses como H. Diederix y S. Kroonemberg. Posteriormente, Víctor Ramos.

– ¿Qué ha sido lo más satisfactorio de su carrera como geólogo?

-Creo que la especialidad que he elegido dentro de la geología «peligro sísmico y neotectónica», me ha permitido ir buscando un balance en todo eso. Tuve la oportunidad de contribuir con información geológica aplicada a la toma de decisiones en problemas concretos (presas, reactores nucleares, exploración de hidrocarburos, minería, reservorios no convencionales), para lo cual fue muy importante la experiencia obtenida mediante la investigación. Los programas de Ciencia y Técnica de la UNSL fueron primordiales en el desarrollo de mi carrera. También espero que toda esa experiencia se haya podido reflejar en la formación de los estudiantes de grado y posgrado.

– ¿Cuáles son sus mejores recuerdos dentro de la FCFMyN? Ya que ha sido estudiante, docente, consejero, secretario, vicedecano.

-Ser testigo de la consolidación de la carrera de geología y del testimonio positivo de nuestros egresados respecto a la formación recibida. Pese a las importantes restricciones de presupuesto, equipamiento, entre otras cuestiones en las que la educación pública debe desenvolverse, es muy gratificante saber que pese a todo eso podemos seguir cumpliendo con la formación de geólogos que se desempeñan en condiciones competitivas a nivel nacional e internacional.

– Con respecto a la investigación, ¿por qué eligió especializarse en Neotectónica dentro de la Geología Estructural?

-Cuando me recibí había concursado por una beca CONICET para estudiar las deformaciones de rocas antiguas en la sierra de El Gigante. Mi especialización en sensores remotos cambió esa idea. Renuncié a la beca y fui a trabajar a Colombia donde entrar en contacto con el análisis del paisaje, la manifestación de fenómenos geológicos recientes en los Andes de Colombia y Venezuela, más la interacción y estímulo de colegas de otros países, determinaron mi orientación hacia la Neotectónica.

Decidí regresar al país y empezar a desarrollar esta actividad, pese a que no había en ese momento colegas especializados en la temática para dirigir una tesis doctoral en esa orientación. Pese a que eso implicó desafíos importantes (la conexión con el mundo académico era difícil en la era pre-digital, para conseguir bibliografía, entre otras cosas). Fue un proceso muy provechoso, con muchas enseñanzas y del cual estoy muy satisfecho.

– En la Universidad se lo reconoce como un investigador destacado a nivel internacional dentro de la temática sismología también, ya que muchas cuestiones de San Luis se conocen a través de Usted y es al primero que llaman para entrevistar sobre fenómenos naturales. ¿Qué opinión tiene sobre eso?

-Es buena la pregunta para aclarar que no soy sismólogo y mucho menos experto en sismología. Soy la persona que tenía formación más cercana a la problemática sísmica. Afortunadamente, quedan colegas jóvenes con formación específica en sismología, un tema que requiere que la UNSL tenga comunicadores calificados para la interacción con los medios de prensa y con la sociedad en general.

Si mi actividad ha contribuido a visibilizar las capacidades de la UNSL, esa será entonces mi principal satisfacción y grato recuerdo de mi paso por la institución.

– ¿Cúal es su rol en la Fundación Global Earthquake Model?

-Me desempeñé como Investigador Principal junto a dos (2) colegas de USA y Nueva Zelanda para la generación de la base de datos mundial de fallas activas (activo entre 2008-2014). Posteriormente, fui designado coordinador para la compilación de fallas del proyecto SARA (South America Risk Assessment) (2014-2019).

– En el día del Docente de la UNSL, ¿cuál es su reflexión acerca de la educación pública y la importancia de la misma para construir el futuro?

-A lo largo de mi carrera he debido interactuar, trabajar o sostener discusiones científicas con colegas formados en centros universitarios internacionales de excelencia. Nunca sentí que las herramientas adquiridas durante mi formación hayan sido un impedimento para desempeñarme en múltiples ambientes y circunstancias.

Creo que la educación pública, a pesar de su constante deterioro desde ya hace muchos años, es uno de los grandes logros de la sociedad argentina, que posiblemente es incluso más valorada en otros países que aquí mismo. Si se compara la gran diferencia de recursos privados que invierten las instituciones en otros países y los recursos que invierten los estudiantes para pagar su educación, en comparación con la universidad argentina, las diferencias son de varios órdenes de magnitud. Sin embargo, podemos producir egresados con igual capacidad de desempeño respecto a otros tipos de enseñanzas.

Esto requiere que el sistema de educación pública, más allá de los magros recursos asignados, sea cuidado con responsabilidad y orgullo por quienes nos toca enseñar, por quienes les toca gestionar y por quienes tienen la oportunidad de aprender.

Prensa FCFMyN

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