Un investigador del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis (IMIBIO-SL) de doble dependencia UNSL/Conicet fue parte de un equipo que evidenció la existencia de una nueva especie de dinosaurio carnívoro que vivió hace 83 millones de años en el sur del país. La noticia se dio a conocer hace una semana y fue publicada en la prestigiosa revista internacional BMC Ecology and Evolution.
El licenciado en Paleontología y doctor en Ciencias Biológicas, Federico Gianechini, fue invitado a participar de este proyecto que descubrió una nueva especie de dinosaurios terópodos en la región centro-este de la provincia de Neuquén. Se trata de un terópodo del grupo de los unenlaginos, al que llamaron Diuqin Lechiguanae. Fueron animales carnívoros que caminaban en dos (2) patas, tenían plumas (antepasado de las aves) y solían ser de tamaño pequeño. Se calcula que hubieran tenido dos (2) o tres (3) metros de longitud y se trataría de una especie endémica del hemisferio sur.
El científico fue invitado a integrar el equipo dado que su especialización es el estudio de los dinosaurios terópodos. Es egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) desde el año 2015. En la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) realizó sus estudios posdoctorales y actualmente se desempeña científicamente en el IMIBIO-SL.
«Los investigadores de Neuquén me contactaron en el 2022 porque habían encontrado un espécimen de un dinosaurio nuevo y lo estaban observando y estudiando (…) A ellos les pareció que era una especie particular de dinosaurio carnívoro, un grupo de dinosaurios terópodos y como es mi especialidad me contactaron para consultarme. Me mandaron fotos y videos primeramente. Tuve bastante diálogo con ellos desde la virtualidad y después de mucho intercambio tuve la oportunidad de viajar a Neuquén y vi el material en persona», recordó Gianechini.
En esta investigación trabajó junto a los paleontólogos Juan Porfiri y Dominica Dos Santos de la Universidad Nacional de Comahue y Mattia Baiano del Museo Ernesto Bachmann de Villa El Chocón. «Luego se incorporaron dos (2) investigadores extranjeros, uno que trabaja en Estados Unidos y otro que lo hace en la China (Hong Kong)», dijo.
Al material lo encontró el investigador Porfiri y su equipo en el año 2014. Primero encontraron los primeros huesos y luego continuaron buscando en el mismo sitio. Allí descubrieron más muestras. Se estudiaron unas vértebras y el húmero (brazo). «Es difícil encontrar este tipo de dinosaurios y es importante porque da identidad a una especie de millones de años (…) Hace una semana aproximadamente se publicó este descubrimiento, que desde que se encontró el material en el 2014 hasta que se publicó pasaron casi diez (10) años. Siempre se tarda varios años publicar un trabajo de este tipo», resaltó Gianechini.
El experto en terópodos del IMIBIO-SL (UNSL/Conicet) ayudó en la identificación del material, en su comparación y en el reconocimiento de algunas particularidades anatómicas en los huesos. El comparar el material encontrado con otras especies ya conocidas de terópodos y también de otros grupos es un trabajo que siempre se hace para saber si el material se corresponde a una especie nueva o no. «La única forma de saber es comparando con otras especies (…) En este caso vimos que era nuevo porque no había otra especie con las mismas características», dijo.
Entre las técnicas metodológicas precisas y específicas que se realizan se ve el material bajo observación directa a «ojo desnudo». También se utiliza la lupa binocular. Según detalló Gianechini, la muestra presentó buena preservación. «Algunas partes estaban rotas, el húmero por ejemplo no estaba completo, pero es bastante común en los fósiles en general. Hay algunas características de los huesos que nos indican que puede haber sido un adulto o un pichón, este espécimen era un adulto», resaltó. También se realizan fotos del material y un escaneo 3D.
Dato
En el año 2018 el doctor Federico Gianechini formó parte de otro descubrimiento paleontológico. Se trató de otra especie de dinosaurio terópodo en la que se estudiaron piezas de un cráneo fosilizado. «La patagonia Argentina está llena de tesoros paleontológicos de todo tipo», concluyó.