El empleo de la agricultura celular para obtener alimentos del Jazmín


Gardenia jasminoides es una planta originaria de Asia que ha sido usada durante siglos en medicina tradicional por sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y neuroprotectoras. A partir de estas características, una investigación científica de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) enfocó el estudio en la producción y caracterización de su biomasa celular, para conocer su perfil nutricional y su contenido en compuestos bioactivos. El objetivo fue evaluar el potencial de estas células vegetales como ingredientes alimentarios funcionales, es decir, alimentos que no solo nutren, sino que también ofrecen beneficios para la salud.

Carolina Plumari investigó este tema para optar por su título de Licenciada en Biotecnología. Su trabajo se tituló: Células indiferenciadas de Gardenia jasminoides como potenciales ingredientes alimentarios, bajo la dirección del Dr. Alejandro Orden y la codirección de la Dra. Ana Rinaldoni. La investigación se enmarcó dentro del campo emergente de la agricultura celular, una línea innovadora dentro de la biotecnología que propone nuevas formas de producir derivados agrícolas, ganaderos y textiles sin necesidad de utilizar plantas ni animales. En su lugar, se emplean microorganismos, o cultivos celulares de animales o plantas como fábricas renovables.

En particular, este trabajo se centró en producir biomasa vegetal en condiciones controladas, sin necesidad de cultivar plantas enteras. «Específicamente, trabajamos con cultivos in vitro de células indiferenciadas de Gardenia jasminoides, también conocida como jazmín de la India​ o jazmín del Cabo», contó Carolina. La joven científica de 24 años, añadió que se utilizó una línea de células indiferenciadas cultivadas in vitro (callos) de esta especie vegetal, la cual había sido previamente establecida en los laboratorios del Instituto de Investigaciones en Tecnología Química (INTEQUI) de doble dependencia UNSL/CONICET.

Los callos son masas de células indiferenciadas obtenidas a partir de tejidos vegetales. Estos cultivos se colocaron en medios líquidos agitados —lo que se conoce como cultivos sumergidos— y se realizó una evaluación del crecimiento celular a partir de ellos. A su vez, la biomasa obtenida fue liofilizada y analizada para estudiar su contenido de proteínas, grasas, carbohidratos, fibra, cenizas, humedad, así como también su actividad antioxidante y la presencia de compuestos fenólicos.

Aporte social. Lo innovador del trabajo radica en que se propone una nueva forma de obtener ingredientes funcionales con ventajas claras sobre los cultivos de planta a campo o en invernadero, tales como la independencia de factores climáticos y estacionales, lo que permite producirlas en cualquier momento del año. «No consumen grandes superficies de tierra ni agua, y están libres de microorganismos y pesticidas», especificó Carolina.

Paralelamente, añadió que nuestra sociedad enfrenta problemas urgentes en términos de alimentación y sostenibilidad: la tierra cultivable disponible para la producción de alimentos es cada vez más limitada, la agricultura intensiva degrada los suelos, contamina el aire y los cuerpos de agua, y la población mundial sigue creciendo. En este contexto, esta investigación propone una forma alternativa de producir alimentos de manera más eficiente, limpia y controlada.

Además, al centrarse en ingredientes funcionales obtenidos a partir de células vegetales, se abre una puerta al desarrollo de productos alimentarios más saludables, con propiedades antioxidantes y promotoras de la salud. Esto no solo mejora la calidad de vida de los consumidores, sino que también puede reducir la incidencia de enfermedades crónicas asociadas a la dieta. «Este trabajo contribuye a repensar cómo producimos y consumimos alimentos, utilizando la biotecnología como herramienta para un futuro más justo, sostenible y saludable», contó la investigadora.

¿Por qué comenzaron a investigar en este tema?. El anclaje inicial fueron los desafíos actuales de sostenibilidad alimentaria, el cambio climático y la degradación ambiental. La agricultura celular aparece como una herramienta poderosa para producir alimentos de manera más eficiente, sostenible y ética. En lugar de depender del clima, el suelo o grandes extensiones de tierra, se puede producir biomasa vegetal en condiciones controladas, con menor impacto ambiental. «Elegimos Gardenia jasminoides porque esta especie tiene una rica composición fitoquímica y un historial medicinal milenario, lo cual la convierte en un excelente modelo para estudiar su incorporación en productos funcionales», dijo.

Datos

Esta investigación se realizó en el Instituto de Investigaciones en Tecnología Química (INTEQUI) dentro del grupo de Química Bioorgánica y Biotecnología. En simultáneo, una parte del trabajo se realizó en el Área de Tecnología Química y Biotecnología de la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia (FQByF) de la UNSL. Los estudios específicos que formaron parte de esta tesis comenzaron en el año 2024, aunque el laboratorio donde se realizó la investigación ya mantenía líneas celulares de Gardenia jasminoides desde años anteriores. «Me integré al proyecto en ese contexto, retomando y profundizando investigaciones anteriores, pero dándole un enfoque nuevo centrado en la evaluación nutricional y funcional de la biomasa obtenida», concluyó Carolina.

X