El Dr. Antonio Mangione, coordinador General del Programa Institucional Transdisciplinario Socioambiental (PITSA), nos comparte su visión sobre los fenómenos climáticos que están sucediendo en el país y el mundo. Además, habla sobre la importancia que exista un trabajo articulado entre la academia, la ciudadanía y los gobiernos, y la aplicación de políticas coordinadas, específicas y planificadas en lo ambiental.
Desde la asunción del nuevo gobierno provincial, integrantes del PITSA mantuvieron reuniones con distintas dependencias (gobierno, instituciones, actores sociales, defensoría del pueblo, colegio de abogados) para compartirles la agenda del Programa, en su mayoría basada en problemas ambientales o socioambientales. El objetivo de estos encuentros fue intentar ver cuáles eran los puntos compartidos en las agendas y si podía llevarse adelante una planificación articulada de las mismas.
«Entre los puntos de la agenda remarcamos que necesitamos sentarnos a analizar las factibilidades de poder llevar adelante un trabajo en forma articulada gobiernos, estados, ciudadanía (vecinos y vecinas, comercio, industria, campo, comunidades) y el ámbito académico», explicó.
En este sentido, Mangione menciona que en nuestro país la Universidad ofrece y pone a disposición todo lo que sabe hacer, pero esa oferta difícilmente pueda ser asimilada por los estados y los gobiernos por diferentes razones. Al mismo tiempo, existen demandas puntuales, de coyuntura, de oportunidades, catástrofes y una demanda a los centros académicos científicos por atención, soluciones, apoyo, etc. «Lo que tenemos es una forma poco sistémica de puntos de encuentros, que eventualmente se cruzan, pero tienen que ver con tiempos y oportunidades que ven cada uno de estos espacios», dijo.

En casi todo el mundo, se ha demostrado que estos sistemas fracasan, ya que dispersan los esfuerzos y no son eficientes en cuanto a los recursos humanos, económicos y de infraestructura que se ponen a disposición, ya que se hacen en ausencia de políticas coordinadas. Sobre esto, Mangione explica que la UNSL a través del PITSA ve una necesidad. «Nosotros desde hace un tiempo venimos conversando y discutiendo sobre el tema, para ver cómo podemos llevarlos adelante», dijo.
Otros países han construido su base legal en el marco de una forma de trabajo que, a grandes rasgos, lo que intenta es generar la participación de tres (3) factores: el ámbito científico académico, los públicos tomadores de decisiones y el ámbito gubernamental o estatal de cualquier nivel. «Se necesita una decisión política, esto es muy difícil y no lo desconocemos, pero tiene que ser planteado y abordado para analizar las factibilidad de empezar por etapas a construir un espacio consensuado que nos permita trabajar de esa manera», agregó.
La Universidad Nacional de San Luis (UNSL) cuenta con todas las herramientas desde el punto de vista de las personas involucradas, de recursos y de la vasta trayectoria y respaldo en experiencia y formación. «Una buena política ambiental de la Universidad también tiene que ser una política ambiental compartida con los tomadores de decisiones y los Estados, sino va a ser algo que quede en el campo científico académico».
Si bien en la actualidad hay resultados puntuales alentadores, el pronóstico global no es nada bueno y el pronóstico ambiental en términos locales, tampoco. Sobre esto, el Doctor sostiene que existen problemas sumamente complejos que han sido abordados parcialmente, en forma desorganizada. En este sentido, sostiene que en los municipios comienzan muchos de ellos: «uno no entiende cómo habiendo una normativa que impide la urbanización en las sierras de San Luis por encima de los 1.000 metros, se esté urbanizando por encima de los 1.000 metros», agregó.

Cada autorización de construcción debe tener los permisos necesarios. En este sentido, el especialista se pregunta: cómo puede ser que todas las obras tengan permisos; que no haya previsión acerca del consumo de agua de vertientes que son transitorias; que se aprueben proyectos para 70 lotes y luego se transformen en 400 sin un estudio de impacto ambiental; cómo es posible que se estén construyendo barrios en barrancas. «Esto me preocupa porque está pasando en la mitad del país y más (…) No me asombra, pero me cuesta creer que alguien piense que no importa, que en diez (10) años alguna de esas propiedades sufran riesgo de derrumbe por ejemplo, porque se lo va a comer el río, no ahora, porque no tiene agua, pero sí con la crecida», detalló.
Ante esto, el Coordinador General del PITSA explica que si tuviéramos todos los resguardos necesarios en este complejo sistema de articulación entre tomadores de decisiones, tal vez podría mitigarse el daño y generar una agenda que contemple el crecimiento de la población. «Con esto me pregunto cuántos políticos hoy, cuántas personas en la Universidad, han hecho la proyección de cuántas casas más habrá y dónde, qué tipo de casas serán, dónde se concentrarán o estarán distribuidas, bajo qué criterios o estudios se permitirá la construcción; como es un problema tan complejo, requiere abocarse ahora a los problemas de dentro de 50 años», agregó.
Sobre los fenómenos climáticos registrados recientemente
En cuanto a los últimos sucesos climáticos, Mangione expresa que están registrados y que se están estudiando en todo el mundo. El cambio de pocos grados en la temperatura genera ciertas modificaciones y anomalías. «Que hagan más de 30° en Groenlandia, que corrientes marinas se enfríen o calienten de forma repentina, que existan anomalías de temperatura, de velocidades de vientos, de concentración del viento en zonas, de regímenes pluviales anómalos, todo esto está ocurriendo y es cada vez más preocupante», dijo, resaltando que cada anomalía es un llamado de atención que es estudiado en los informes internacionales, en centros y universidades que se ocupan de esto.
Teniendo en cuenta lo sucedido en Bahía Blanca, sostuvo que esto es algo que ha ocurrido en diferentes oportunidades y que la solución implicó la realización de procesos de canalización, pero si llueve más de lo previsto en los registros, esas acciones no alcanzan. «¿Se inunda porque no se hizo suficiente o se hizo suficiente para lo que se conocía en ese momento?, ¿Se pudo haber previsto esa cantidad de agua?, ¿Cuánto llueve en San Luis? ¿Estamos preparados para mayores registros en menos períodos de tiempo? ¿Si llueve más, se inunda?», se preguntó, resaltando que no puede edificarse en todos lados, sino que es necesario pensar dónde se harán las nuevas edificaciones.
Bahí Blanca. Foto: https://universidadeshoy.com.ar Deshielo en Groenlandia. Foto: REUTERS/Lucas Jackson

Finalmente, Antonio expresa que lo ambiental muchas veces se manifiesta en términos catastróficos, pero sin embargo, se han hecho muchas cosas bien. Desde lo científico y académico se han sabido identificar problemas, hay grupos especializados en todo el planeta, con una responsabilidad y sensibilidad social enorme. Al mismo tiempo, existe una herencia de personas que en los años 70 se preocuparon en las cuestiones ambientales, no solo desde lo académico, sino desde un lugar de sensibilidad y conexión directa con la tierra y el ambiente.
Junto a esto, hay una creciente inversión a nivel global en términos de equipamientos, trabajos, convenios multilaterales, acuerdos entre universidades y centros académicos. Hay además, una gran cantidad de herramientas y elementos a disposición, un mayor involucramiento de centros científicos y tecnológicos y universidades y una infinidad de experiencias locales, comunitarias, mixtas, que tienen otro vínculo con la tierra y que de alguna manera han mitigado los fuertes impactos que ha generado el desarrollo del capitalismo.
«El escenario no es el más auspicioso o deseable, pero está intacta a nivel global la capacidad de poder en algunos casos revertir, en otros mitigar y en otros no cometer los mismos errores», finalizó.