Un equipo científico de la UNSL investiga el impacto en la integridad ecológica de los ríos de San Luis a partir de las políticas hídricas y la creación de embalses. El represamiento de los ríos, es decir el cambio de un régimen natural (la variación natural del caudal de agua que lleva un río o arroyo a lo largo del año), a un régimen regulado (a través de válvulas o compuertas que se abren o cierran dependiendo de los requerimientos de agua), es uno de los procesos más agresivos a los que están sujetos los ecosistemas fluviales en la actualidad.
La licenciada en Ciencias Biológicas, máster en Ciencias Ambientales y doctora en Biología, Mirian Roxana Calderón, dirige esta investigación desde la cual se evalúan las consecuencias ambientales que tiene la regulación del caudal debido al establecimiento de embalses en ríos serranos de la Provincia. Como ya se sabe, el agua es un factor clave para el desarrollo social, económico y productivo en todas las regiones del mundo, y en zonas semiáridas, como lo es San Luis, y la demanda de agua dulce supera la disponibilidad natural, algo que se espera se agrave aún más con el cambio climático.
Esta poca disponibilidad natural, sumado al aumento poblacional, ha llevado a que la provincia de San Luis implementara una política hídrica focalizada en la generación de reservas hídricas, de manera de garantizar el suministro de agua para consumo humano, agrícola, ganadero, riego, industrial y generación de energía. Actualmente, existen un total de 20 represas y embalses. La construcción de embalses implica la fragmentación de la continuidad longitudinal del río, y esta barrera impone cambios río abajo de la presa en cuanto la geometría del cauce, la heterogeneidad del hábitat, la productividad primaria y en última medida en las comunidades biológicas. «Nuestro objetivo fue evaluar cuáles son las consecuencias de estos embalses y el impacto que tienen río abajo en cuanto a la calidad del agua, del hábitat, en la hidrogeomorfología y en los ensambles de macroinvertebrados, que son organismos que son conocidos por responder a todos estos cambios ambientales», explicó la científica.
¿Por qué comenzaron a investigar en este tema?. Mirian sostuvo que el interés surgió porque no habían estudios previos sobre los efectos de los embalses en los ríos de la región. «Si bien había un estudio sobre el Embalse Antonio Esteban Agüero, nuestro plan de trabajo era mucho más ambicioso y pudimos trabajar en 13 embalses, con 26 sitios de muestreo en donde relevamos múltiples aspectos ambientales, evaluamos la calidad del agua y recolectamos más de 70 muestras de macroinvertebrados. Así es que, pudimos arribar a resultados contundentes sobre los impactos negativos que tienen los embalses en nuestros ríos, y estos resultados pudieron ser compartidos en múltiples congresos y encuentros científicos». Además, añadió que esta etapa del estudio culminó con la publicación de un artículo científico en una revista de alto impacto dentro de lo que son estudios ambientales, como lo es Science of the Total Environment y la generación de un segundo artículo que se encuentra actualmente bajo revisión.
Este estudio comenzó en el año 2020. Actualmente se continúa con otras fases, profundizando sobre lo documentado y generando nuevas preguntas que se están respondiendo actualmente. Algunas de estas preguntas están relacionadas con el efecto que tienen los embalses a nivel de mesohabitat, es decir dentro de los hábitats que podemos encontrar en nuestros ríos, y con el hecho de documentar si existe una recuperación de la calidad ambiental de los ríos a medida que se alejan del embalse. «Nuestro trabajo tiene una naturaleza multidisciplinar, vamos desde estudios de calidad fisicoquímica del agua, análisis bacteriológicos, análisis estructurales del hábitat y del cauce, como así también el componente biológico. De esta manera podemos integrar diversos componentes del ambiente y tratar de responder nuestras preguntas de trabajo de una forma más holística», remarcó.
Aporte social. La experta sostuvo que no se puede hacer uso de los ríos sin tener en cuenta lo perjudicial de nuestras acciones, es necesario saber que todas las actividades que realizamos tienen un costo ambiental. Específicamente en el caso de los embalses, una gestión adecuada es clave para la sostenibilidad de este bien natural común. «Mi vocación, incluso antes de estudiar biología, estuvo atravesada por la conservación de la naturaleza, entendiéndome como parte de ella. Por lo que mi trabajo, y específicamente el camino que he recorrido desde mi trabajo de grado, ha estado íntimamente ligado a la evaluación para conocer el estado de nuestro ríos, al monitoreo para hacer un seguimiento y a la producción de conocimiento para la recomendación de medidas que puedan mediar entre las necesidades humanas por el agua y las presiones que esto supone en el ambiente», dijo.

Educación ambiental. En paralelo a esta investigación científica, Mirian junto a su colega Mgtr. Romina Nievas, dirige un Proyecto de Extensión de Interés Socio-Ambiental (PEISA-2024), titulado: ¿Hay un río en el patio de mi escuela? La Educación Ambiental como herramienta para la conservación de la multidimensionalidad del Río San Luis, desde el cual se pretende utilizar una educación ambiental situada en tiempo y territorio, para fortalecer la conexión de las personas con su entorno y los desafíos ambientales que enfrenta, en este caso el Río San Luis. En este contexto trabajan con estudiantes del nivel secundario de la Escuela Modelo San Luis para el reconocimiento de las múltiples dimensiones (físicas, químicas, biológicas, históricas, sociales, entre otras) del Río San Luis, de manera que sea una herramienta de empoderamiento ciudadano, con el fin de marcar una diferencia en cómo experimentan y se relacionan estos estudiantes con su entorno.
Dato. Este estudio se lleva a cabo en el Laboratorio de Investigación y Servicio de Química Analítica Ambiental Dr. Virgilio Cortinez, de la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia (FQByF) y del Instituto de Química de San Luis Dr. Roberto Antonio Olsina (INQUISAL).
Fotos de campo: gentileza Dra. Mirian Roxana Calderón