Juan Pablo Luna: «La innovación colaborativa es sencillamente la práctica de innovar con otros»


Este miércoles 21 de abril, se desarrollará la charla virtual Innovación Colaborativa. Un desafío colectivo con Juan Pablo Luna, asesor del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación. Será a las 18:30 horas por la plataforma Zoom. Las inscripciones se realizan completando un formulario web.

La actividad forma parte del Ciclo de Capacitaciones en Innovación Abierta 2021 de la Secretaría de Innovación y Desarrollo de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas y Naturales (FCFMyN), con la presentación de: Innovaton San Luis 2021, una iniciativa conjunta del Ministerio de Ciencia y Tecnología del Gobierno de San Luis, la Unidad Académica y la Secretaría de Vinculación Tecnológica y Social de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL).

Juan Pablo Luna es Licenciado en Humanidades y Ciencias Sociales, Especialista en Emprendimiento e Innovación. Cuenta con una larga trayectoria en el diseño e implementación de programas de desarrollo emprendedor y de competitividad para PyMEs.

El disertante ha participado en diversas iniciativas de desarrollo territorial, liderado programas de innovación colaborativa, y diseñado e implementado programas de desarrollo emprendedor. Actualmente se desempeña como Asesor en el Ministerio de Desarrollo Productivo, además ejerce la docencia en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB). También es consultor, formador, y formador de formadores en diversas organizaciones y universidades.

Dialogamos con el profesional y nos comentó distintos aspectos de interés:

– ¿Cómo ha sido su experiencia con la vinculación tecnológica entre universidades-empresas?

– Me tocó interactuar en la vinculación entre empresas y universidades en diversos programas y desde diversos ámbitos institucionales. No es un proceso simple, porque las lógicas universitarias y las lógicas empresariales tienen distintos tiempos y expectativas. Siempre es un trabajo «artesanal» o «hecho a medida». Requiere un diálogo de intereses, plazos y productos. Pero cuando se logra, siempre reporta beneficios para todos/as los/as involucrados/as.

Salvo algunos casos excepcionales, siempre se obtuvieron buenos resultados. Y esto no es menor, teniendo en cuenta que me tocó impulsar iniciativas coordinando diversas Universidades o centros de Ciencia y Tecnología con empresas de todos los tamaños y estadios de desarrollo (desde emprendimientos hasta empresas maduras, y desde MiPyMEs hasta corporaciones).

Dado el entorno competitivo actual, y los procesos de descentralización de la generación de conocimiento y de inversión, resulta clave actuar en coordinación con quienes nos aportan capacidades y recursos complementarios. Esto no se logra de la noche a la mañana; requiere mucho diálogo y articulación, por lo que la recomendación es no dejar de intentarlo hasta que quede instituido como una práctica habitual en las organizaciones.

– ¿Por qué es importante la vinculación entre investigadores de distintas universidades?

– En los procesos de vinculación, cada especialista no solo aporta su expertise sino también un modo de hacer las cosas; hábitos y modos adquiridos en la cultura de la organización a la que pertenece. Cuando un investigador/a se vincula con referentes de otras instituciones, además de conocimientos se transfieren prácticas, ideas, procesos. Y muchas veces esto es un valor tan o más importante que el saber codificable, ya que permite revitalizar las estructuras organizacionales.

Actualmente tenemos que entender la innovación como un fenómeno sistémico, y el cambio cultural organizacional es sumamente importante para lograr procesos de innovación efectivos.

– ¿Cómo ve la creación de los laboratorios de Innovación Abierta en las instituciones de educación superior?

– Muchas instituciones educativas ya tienen alguna práctica de innovación colaborativa, aunque no siempre institucionalizada, o no siempre llamada de esa manera. Muchas veces son implementados por una cátedra, por una Incubadora, o un centro de investigación. En estos casos resulta clave reconocerlos y ponerlos en valor. Los Laboratorios de Innovación Abierta son un espacio de experimentación que aporta un ámbito de creatividad colaborativa para dar respuesta a los problemas complejos que afrontan los territorios en los que se emplazan las Universidades e institutos terciarios.

Pero más allá del aporte concreto a las necesidades del entorno, es igualmente importante como espacio de formación complementaria para los/as estudiantes. En esos espacios adquirirán habilidades de trabajo en equipo, de enfoque interdisciplinario, de comunicación efectiva y de empatía, que les serán clave para ser competentes en su vida profesional.

– ¿Por qué es necesaria la participación social en los mismos?

– En las primeras formulaciones de las propuestas de articulación, tales como el triángulo de Sábato o la triple hélice, se mencionan tres (3) actores fundamentales: el Estado, el sistema productivo, y la estructura científico-tecnológica. Sin embargo, desde los ’90 y décadas subsiguientes hubo una revolución en el enfoque del diseño: las personas (en tanto ciudadanos/as, usuarios/as, o clientes, dependiendo cada caso) fueron puestas en el centro, a partir del creciente poder que adquirieron de la mano de la diversificación de la oferta de bienes y servicios y de la consolidación de sociedades cada vez más heterogéneas. Esto obligó a pensar en una cuarta hélice: en la actualidad ningún proceso de innovación puede resultar virtuoso si no incorpora proactivamente espacios de participación social activa. Las organizaciones tienen que volverse «usuariocéntricas» si quieren seguir estando vigentes, y los Laboratorios de Innovación Abierta deberían ser un ejemplo, un faro de buenas prácticas, para las organizaciones del entorno.

– ¿Cómo define a la innovación colaborativa?

– La innovación colaborativa es sencillamente la práctica de innovar con otros. Resulta fácil decirlo, pero nos cuesta mucho operativizarlo. Tenemos una aproximación recelosa a la vinculación. En general tendemos a totalizar la escena lo más que podemos y solo nos abrimos cuando encontramos algún déficit en nuestras capacidades o recursos. Ese modelo resultó efectivo en un mundo anterior, hace unas cinco (5) o seis (6) décadas, cuando los desarrollos corporativos representaban un activo estable y se podía sostener el valor de mercado de una innovación durante un periodo de tiempo largo.

La aceleración del cambio tecnológico, la distribución del conocimiento, y la sofisticación de los mercados fueron factores decisivos para acortar el ciclo de vida de los productos y servicios. La interacción rápida con los/as clientes/usuarios/as, y la presión por recuperar la inversión en poco tiempo (antes de que la competencia desarrolle una tecnología similar o mejore el servicio y reconfigure la demanda) fue un factor clave para obligar a las organizaciones a ensayar nuevas formas de innovar. A raíz de esto, aprendimos a flexibilizar la manera de crear valor, y en vez de intentar concentrar todos los recursos, el talento, y mantener en secreto los desarrollos, se mostró más efectivo captar ideas y capacidades del entorno, tercerizar, hacer en conjunto, y abrir las ideas y proyectos en estadios tempranos.

Por lo antedicho, podría pensarse que estas prácticas solo afectaron al ámbito empresarial, a las organizaciones comerciales. Sin embargo, es todo lo contrario. Los cambios sociotecnológicos de las últimas décadas nos modificaron estructuralmente como ciudadanos/as, como usuarios/as, como estudiantes, a la vez que como clientes. Todas las organizaciones, desde un gobierno local hasta una Facultad, o incluso un club deportivo, sufren nuestra presión para adecuarse a estándares más altos de servicio, de rapidez, de accesibilidad. Y estos cambios se aceleran al ritmo de la transformación digital. Hacer en conjunto, colaborativamente, complementando capacidades, saberes y recursos, es un mandato para todas las organizaciones y, cuanto más rica sea la diversidad de actores, más chances de lograr un mayor grado de innovación.

– ¿En qué consiste su trabajo de asesor en el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación?

– En el Ministerio desarrollo tareas múltiples, en la Subsecretaría de Economía del Conocimiento que conduce María Apólito, y aportando al diseño e implementación de programas de desarrollo emprendedor en la Subsecretaría de Emprendedores que conduce Mariela Balbo. En el marco de la SEC, trabajo en el equipo de Emilio Sbrocco, que es quien lidera la Dirección de Gestión de la Innovación Abierta, y tiene como misión expandir este paradigma de innovación colaborativa en el ecosistema productivo nacional. Esto claramente no se logra de un día para el otro, por lo que trabajamos en diversos niveles, implementando en paralelo desde iniciativas de sensibilización y formación, hasta de programas para financiar desarrollos colaborativos.

Prensa FCFMyN

Foto de portada: extraída de la web

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