Estudian la identificación de árboles y la calidad de maderas


Esa es una de las tareas que se realizan en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias (FICA). Estas investigaciones tienen lugar propio desde el 2013, año en que se creó el Laboratorio de Dendrocronología, disciplina científica que estudia los cambios ambientales registrados en los anillos de crecimiento anual de los árboles.

La profesional que dirige el Laboratorio desde su creación es la Dra. Stella Bogino quien realizó su doctorado en el manejo sostenible de sistemas boscosos, perfeccionándose en España y Alemania. Ella, junto a un grupo de cuatro (4) profesionales de la ingeniería agrónoma trabajan en diversos análisis de los anillos de crecimiento de los árboles y a partir de eso se infiere distinta información de acuerdo con el objetivo de los estudios de investigación que se realizan. «Por otra parte, hacemos estudios de identificación y calidad de maderas», sostuvo la experta.

La necesidad de la creación del Laboratorio surgió debido a que cada vez había un mayor interés en conocer la dinámica de los bosques como ecosistemas vitales para la humanidad, es así que se considera a los estudios dendrocronológicos como esenciales para obtener esta información. Por otra parte, la falta de un Laboratorio, con la excepción de la ciudad de Mendoza, con el equipamiento que se contaba en San Luis motivó a emprender la ardua tarea de establecer uno.

«Antes de la creación del Laboratorio de Dendrocronología viajábamos a la ciudad de Mendoza, donde está instalado el primer laboratorio de este tipo de Argentina. Para hacer los análisis debíamos trasladar todo el material leñoso a esa localidad con la complejidad que eso implica», recordó la investigadora.

Este Laboratorio hasta mayo del año 2018 trabajó en la oficina de la asignatura de Dasonomía en el Departamento de Ciencias Agropecuarias. Su crecimiento y desarrollo llevó a la creación de un espacio físico propio, acorde a las necesidades para la realización de trabajos científicos. Actualmente se ubica en el edificio del Departamento de Ciencias Agropecuarias del Centro Universitario de Villa Mercedes perteneciente a la UNSL.

«Es un Laboratorio que por su equipamiento brinda un servicio a la sociedad que es único casi en el país, por lo tanto, vive esa exclusividad» explicó la científica, quien sostuvo que junto con el Laboratorio de Dendrocronología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) del Conicet, es el único con todo el equipamiento completo para estudios dendrocronológicos de Argentina.

En la UNSL se cuenta con todo el equipamiento para que se puedan hacer estudios dendrocronológicos y de anatomía de maderas debido a que se cuenta con lupas estereoscópicas con brazos de gran extensión adecuadas para estudios dendrocronológicos y un equipo de medición de anillos completo llamado Velmex «TA» Measurement System. Además, el Laboratorio cuenta con el instrumental necesario para hacer los trabajos de campo: tanto mediciones dasométricas de relevamiento con estación de posicionamiento total, dendroclinómetro laser y forcípula forestal, como la toma de muestras dendrocronológicas con motosierra o barreno de Pressler.

Los anillos de los árboles no solo permiten conocer la edad de los mismos, sino que guardan, anualmente, información ambiental del lugar donde viven. Esta información puede ser las condiciones del clima en el año en que se formó ese anillo. Con la preocupación actual del cambio climático, los anillos de crecimiento de los árboles, debido a la información que guardan, se convirtieron en una herramienta fundamental para reconstruir el clima de épocas pasadas cuando no existían los instrumentos de medición.

«Los datos instrumentales no tienen más de 250 años de antigüedad en el mundo, mientras que en la Patagonia argentina existen árboles vivos que superan los 2.000 años, o sea que es posible estimar cómo era el clima hace 2.000 años leyendo los anillos», sostuvo la investigadora.

Los anillos nos «cuentan» también cómo creció un bosque, los daños por fuegos, ataques de plagas, como así también las labores antrópicas que los afectaron. Los anillos también «guardan» información química en su anatomía, un caso singular fue la explosión de Chernóbil, la radiación no se ve, pero su impacto quedó claramente contenido en los anillos y aún persiste. 

El Laboratorio también realiza estudios de identificación de maderas. La estructura de la madera de los árboles está determinada genéticamente, esto quiere decir que cada especie posee una madera que la caracteriza. «Si se recibe una muestra no identificada, a través de estudios anatómicos y por comparación con las maderas de nuestra xiloteca (colección de maderas) podemos saber a qué especie pertenece. Como ejemplo: una empresa de Villa Mercedes tenía dudas sobre si los pallets adquiridos correspondían a la madera de la especie que les habían indicado. En el Laboratorio recibimos las muestras y podemos identificar qué es. Nuestro lugar aporta un sustento científico para solucionar hechos judiciales como puede ser una demanda por operación comercial fraudulenta», relata la científica.

La especie más analizada en el Laboratorio de la UNSL es el Caldén (Neltuma caldenia) que además es el árbol más representativo de la flora de la Provincia, crece exclusivamente en Argentina, por tanto, se propuso que sea reconocido como el árbol nacional. Por otra parte, como este espacio es visitado por gente de otros lugares, las maderas pueden ser muy diversas ya que normalmente traen material del lugar de donde provienen. Dentro de las especies exóticas (que no son autóctonas de Argentina) que se usan en el mercado, la mayor parte de las consultas son sobre madera de álamos, pinos y eucaliptos.

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