Las investigadoras Myriam Villegas, Alicia Panini, Liliana Villegas y un grupo de estudiantes trabajan en contagiar la pasión por hacer ciencia en niños/as de seis (6) escuelas rurales, con 11 talleres que combinan el juego con el aprendizaje.
El objetivo del proyecto es ir a escuelas rurales y llevar ciencias naturales y exactas a niños/as, que por la pandemia han tenido menor formación en dichas disciplinas que en un período normal. «Es una forma de recuperar esa situación educativa también; el proyecto está destinado a todo nivel primario, nivel inicial y a lo mejor en algunas escuelas podamos llevar para el primer ciclo del secundario», explicó Myriam Villegas, directora del proyecto.
El trabajo surgió por un proyecto anterior que implicó viajes a pueblos del sur de la Provincia como Buena Esperanza, Nueva Galia y Fortuna. «Lo interesante de este proyecto es la interdisciplina: Liliana es bioquímica, Alicia es farmacéutica, yo soy física y tenemos en el grupo gente de matemática, química y nutrición», explicó la Directora.
«Dentro de los pilares del trabajo, está la idea de apuntar e incentivar a los/as niños/as a que sigan estudiando y que la Universidad es una opción; queremos que la conozcan, que sepan dónde estamos y qué hacemos», agregó Liliana.
Las actividades realizadas son variadas. Los talleres que dictan tienen una parte lúdica y además la explicación del proceso de hacer ciencia. «Cuando uno enseña está lo fáctico, lo que uno sabe y también los procesos, y en las infancias eso es muy importante: aprender a observar, comparar, preguntarse, sacar conclusiones», explicó Villegas, agregando que la idea del grupo es llegar a esos lugares donde habitualmente no se llega.
Sobre sus experiencias previas en actividades de extensión, Lucero explicó que todo depende de las instituciones a las que viajan, donde encuentran situaciones y realidades distintas tanto en los/as niños/as y docentes. «En algunos casos, los/as docentes están interesados/as en participar, en ser parte y continuarlo quizás en un futuro y otras veces no, y nosotras no podemos obligarlos, pero está en decisión de ellos/as si quieren continuar, nosotros dejamos a disposición el material y nuestros emails para que se puedan comunicar y acompañar ese desarrollo», sostuvo.
En este sentido, una de las ideas del grupo es dejar algo que después puedan hacer los/as docentes sin la presencia de las profesionales de la UNSL. «Creo que la primaria es donde más tenemos que apuntar, para generar preguntas y si logramos que el niño se pregunte, tenemos el problema resuelto», agregó Villegas.
Por su parte, Alicia Panini agregó que la tarea no implica solo dar un taller, sino compartir momentos entre todos/as. Los talleres incluyen temáticas como el aprendizaje de la reanimación cardiopulmonar (RCP), recolección y caracterización de plantas para conocer sus usos. Otro taller tiene que ver con saber qué parte de las plantas se comen, otro sobre cultura alimenticia, lectura de etiquetas nutricionales, para que aprendan a elegir y ver qué información pueden sacar de las mismas.
Además, enseñan sobre polímeros, intentando llevarlos a la vida cotidiana y aprovechando el slime para que las infancias aprendan lo que significa un polímero y cómo se entrecruzan las moléculas desde el juego. Otro de los talleres es sobre microbiología, donde se les enseña qué son, donde los miran en microscopios y realizan experimentos para que puedan comprender sus efectos a pesar de no verlos a simple vista.
Consultadas sobre la importancia de haber sido seleccionadas por la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) para financiar el proyecto, explicaron que la actividad extensionista es algo que todos/as los/as docentes y estudiantes deberían realizar, pero a veces lo que falta es el recurso y por ello las convocatorias de Nación son de gran ayuda. «Sacar a nuestros estudiantes de las cuatro paredes para que vean realidades distintas y que esto les sirva también para prepararse de una forma más integral», sostuvo Liliana.
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