Jóvenes alfabetizadores: «Hay algo que tenemos todos, y es la capacidad de transformar»


Diego Lorca es el responsable institucional del Programa Raíces por la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), junto a Belén Ramos y Joan González son tres (3) de los integrantes más antiguos del Programa de Alfabetización de Adultos. A partir del trabajo grupal realizado en distintos barrios de San Luis y Villa Mercedes desde el año 2013, le han enseñado a leer y escribir a más de 400 personas.

¿Cómo comenzó el Programa de Alfabetización de Adultos?

Diego: Todo empezó cerca del año 2013. En realidad todo se originó en el momento en que los estudiantes comenzaron a trabajar en los Barrios Aeroferro, Pucará y Tibileti. En ese proceso es que empezamos a ir más compañeros y a conocer los territorios, vimos que una de las problemáticas que había en esos barrios y con la que nos cruzábamos constantemente en nuestro trabajo, era el tema del analfabetismo. Por ello, nos dispusimos en el segundo semestre del 2013 a trabajar la alfabetización de adultos y empezamos a investigar qué había al respecto.

Fue así que nos encontramos con el Yo, sí puedo y con la metodología Freiriana. En simultáneo se estaba dando a través del Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (RENATEA) la implementación de un programa para el sector agrario. Allí fue cuando nosotros comenzamos a articular con ese organismo, porque sabíamos que se estaba empezando a implementar en todo el país. A partir de ese momento, empezamos con una experiencia muy chiquita en el Barrio Aeroferro, donde alfabetizamos a cuatro (4) personas y a siete (7) en Villa Mercedes.

¿Cómo continuó el Programa con el tiempo?

Diego: En el año 2014 todo explotó, hicimos la convocatoria nuevamente a través del «Yo, si puedo» y se anotaron 50 o 70 estudiantes, lo que implicó todo un compromiso. Ahí empezamos a trabajar en distintos barrios porque el desafío fue empezar a buscar territorios donde poder alfabetizar. Así hicimos hasta el año 2015. En el año 2016 logramos la firma de convenio del «Yo, sí puedo» y su implementación en el año 2017.

Fruto de ese trabajo y viendo que el programa tenía cosas con las que no estábamos de acuerdo, sucedieron distintos cambios. Una de las cosas que no nos gustaban era como en las video-clases el rol del alfabetizador se veía reducido al de un mediador, y nosotros entendíamos que los alfabetizadores al ser estudiantes universitarios podían tener un rol más protagónico en las clases.

Además comenzamos a pensar el tema del grupo operativo de trabajo de Pichón Riviere, de cómo trabajar la idea del grupo en el punto de alfabetización, que tiene que ver con aportes de la psicología social y comunitaria. Ahí empezamos a pensar, idear y soñar lo que hoy se conoce como «Raíces», que es un prototipo que viene a romper con cosas más repetitivas que tenía el método anterior y que principalmente le dio un rol más participativo al facilitador, que ahora se convierte en un alfabetizador y en un promotor de grupo al interior de la comunidad.

Belén: yo me sumé en el año 2015 en el «Yo, sí puedo», allí éramos facilitadores, pero nos dimos cuenta que queríamos ir por más. Fue una iniciativa de las y los estudiantes de querer cambiar eso y de la comunidad que nos dio un empujón y que fue parte de esa crítica de las cosas que teníamos que trabajar y que no podíamos dejar por fuera.

El aumento en las problemáticas sociales a partir del 2015, fue un fenómeno fuerte, tuvimos años difíciles y eso se reflejó en la comunidad que nos brindó las herramientas para que surgiera como fruto el Raíces.

Venimos en un proceso de construcción y de de-construcción de cosas impuestas, de romper muchos prejuicios. Estábamos como en un rol de ir a brindar una parte de extensión del estudiante que lleva algo a la comunidad y nos estábamos olvidando del rol activo de la comunidad en sí. Ni hablar de que en esto nos formarnos como futuros profesionales comprometidos, bueno, ¿comprometidos con qué?, nos abrimos camino a comprometernos en un proyecto que sea para y por el pueblo, que ellos sean partícipes de construir estas herramientas.

¿Qué se trabaja desde el Programa Raíces?

Diego: Trabajamos fuerte en un objetivo que es la recuperación del lazo social cooperativo, entre los vecinos y entre los vecinos y los estudiantes y docentes universitarios que alfabetizan.

Joel: Estoy desde el 2016, comenzando con el «Yo, si puedo», el «Raíces» es un desafío nuevo, porque es seguir poniendo en práctica la metodología Freiriana, que involucra una participación activa del alfabetizador y alfabetizadora, y de la persona en el territorio.

El programa trabaja pos de abordar problemáticas que las personas afrontan como la deserción escolar, la falta de oportunidades de una escolarización formal, los basureros clandestinos que tiene cada barrio, entre otros. Abordamos esas problemáticas en pos de recuperar el lazo social, cooperativo y solidario de la comunidad en cada barrio.

¿Cuántas personas han sido alfabetizadas hasta el momento?

Diego: Desde que arrancamos debemos haber alfabetizado cerca de 400 personas entre San Luis y Villa Mercedes.

¿Cómo se realiza el trabajo en los barrios?

Diego: El encuadre de trabajo intenta ser lo más flexible posible, eso lo aprendimos de la experiencia en barrio. Intentamos darle una flexibilidad tal al trabajo que pueda incluir a la mayor cantidad de personas. En ese sentido los horarios, días y lugares se pactan entre los alfabetizadores y las personas que estén interesadas en aprender a leer y escribir.

En un principio se parte de un relevamiento de territorio donde se relevan a los analfabetos puros y funcionales, los primeros son los que nunca aprendieron a leer o a escribir y los segundos son los que aprendieron y luego por desuso fueron perdiendo el uso de la herramienta lecto/escritura. El trabajo es muy particular en cada punto, pero generalmente son dos (2) o tres (3) clases semanales de dos (2) horas, donde por clase se aprende una (1) o dos (2) letras y luego varía mucho depende del participante.

Hemos tenido experiencias de todo tipo y en eso vamos encontrando la relación ideal: un (1) alfabetizador para dos (2) vecinos, pero siempre intentamos y estimulamos el grupo, asique intentamos que sean dos (2) alfabetizadores con cuatro (4) vecinos y esa sería la dinámica ideal. Pueden ser cinco (5) o seis (6), pero depende del proceso, la dinámica y las habilidades del alfabetizador.

¿Qué diferencia tiene el Programa «Raíces» con respecto al «Yo, sí puedo»?

Diego: Raíces tiene la intención de trabajar con las problemáticas lo más contextualizadas posibles. Cambiamos las palabras que teníamos del método Yo, sí puedo, le dimos una historia nacional y popular, trayéndolo a nuestras raíces, tradiciones, próceres y luchas. Y también trabajamos con palabras que evocan las problemáticas sociales que ellos viven.

Se trabajan desde las reflexiones, con láminas que estimulan esa reflexión y a partir de ella comienza el ejercicio de lecto escritura. Dos (2) puntos son nuestros desafíos: cómo poder utilizar la lecto escritura como medio para estimular la compresión de los fenómenos que suceden, que no son individuales y la mayoría de las veces no somos conscientes de eso.

Después, otro desafío que estamos estudiando es la alfabetización digital, ya que la mayoría de los textos que leemos o intercambiamos con otros, vienen de manera digital. De repente podemos enseñarles a leer y a escribir a una persona y después no sabe utilizar un teléfono celular o una computadora, y sigue quedando excluido de los principales medios de circulación de información y comunicación social.

¿Qué enseñanzas les ha dejado el barrio?

Diego: Nosotros partimos de que como estudiantes universitarios y como Universidad y sistema educativo más general, tenemos un compromiso con la comunidad. Creemos que la Universidad tiene que producir conocimiento en función de las necesidades del pueblo. La Universidad debe poner en el centro la comunidad que la circunda y las problemáticas que allí devienen.

Nosotros vemos que el barrio nos enseña que podemos solucionar científicamente esas cuestiones. No nos paramos desde un voluntarismo o en una caridad vacía de dar lo que nos sobra, sino que el desafío es ver cómo con esas experiencias, en distintos campos (murga, escuela de fútbol, trabajo voluntario) podemos identificar la problemática, diagnosticarla, investigarla y generar un dispositivo de intervención para modificarla. Esa es la parte que más cuesta por las raíces históricas y culturales de las problemáticas. Por ello, estamos utilizando esta herramienta para enseñar a leer y escribir, pero también para comprender el mundo.

¿Qué sienten al ver los avances de las personas alfabetizadas?

Diego: Es una gratificación, es como el hecho creativo que te incluye, pero que te supera. Es algo que es difícil de explicar, es hermoso pero intentamos no quedarnos solo con esa experiencia gratificante, ya que con eso solo no cambiamos la realidad.

Belén: Uno valora el acto del aprendizaje, pero lo que más celebramos es el despertar colectivo de que empiecen a sentirse parte de una sociedad, protagonistas de trasformaciones, que muchas veces, hasta ese entonces no se sintieron parte. Nosotros no nos quedamos durmiendo en los laureles, queremos producir conocimiento científico, llevar esta herramienta más lejos, implementar más herramientas, criticar este programa para poder mejorarlo, queremos revalorizar los lazos que se han perdido.

¿Qué es lo que destacan del trabajo que realizan en los barrios?

Belén: La mejor manera de decir es hacer, nosotros podemos dar una teoría o consumir muchísima teoría para ser el mejor profesional, pero nos terminamos dando cuenta que teníamos que ir por más, por ello los invitamos a ir por más. La academia nos enseña muchas cosas, nos da las herramientas, pero no vas a lograr nada si no ponés los pies en el barrio y te dejás interpelar por la realidad de las mayorías, que es la misma que paga los impuestos para que vos puedas estar en una Universidad pública y gratuita.

Esto tiene que ser una preocupación y una ocupación. Como profesionales y futuros profesionales de una comunidad, tenemos que formarnos en lo social, en los recursos humanos y permitir que la Universidad no sea una isla y se convierta en un espacio para todos y todas.

Diego: Para nadie es noticia que el mundo está en crisis, pasan cosas que no te gustan en todas las cuadras donde caminamos. Como el mundo está así, tenemos que animarnos a transformar. Es mentira que los seres humanos somos seres reproductores y pasivos, nadie quiere el mundo así como está, creo que hay algo que tenemos todos adentro y es adonde apelamos, que es la capacidad de transformar, ya que depende de nosotros y de nadie más.

Programa de Alfabetización Raíces

Estudiantes en el barrio

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