Sofía Giménez, una pionera en los estudios moleculares


La Dra. María Sofía Giménez fue la primera directora del IMIBIO San Luis, del 2008 al 2015. Profesora emérita de la UNSL, referente en el desarrollo de la investigación en temas de Química Biológica, Bioquímica Molecular y Estrés Oxidativo. En entrevista con Noticias UNSL nos comenta algunos de los aspectos más destacados de su historia en nuestra Universidad.

¿Cómo fue investigar en los primeros años en los que arrancó su carrera docente?

Mis contactos comenzaron con la de Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo). Estudié la carrera de Bioquímica y posteriormente fui becaria del Conicet. Hice el Doctorado en Bioquímica, un posgrado en Estados Unidos y luego una estancia menor en Holanda. Me incorporé a la carrera de investigadora, terminando como investigadora principal y directora del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis (IMIBIO-SL). En mi primer año como alumna, fui ayudante del curso preuniversitario, posteriormente en Química General Inorgánica, Fisicoquímica y Química Biológica, que siempre me interesó. Me incorporé a la Universidad a mis 18 años, finalicé mi carrera a los 25.

Desde la cátedra de Química Biológica Patológica, estudiábamos sobre Metabolopatías congénitas, tratábamos de prestar servicios a la comunidad a través del diagnóstico de enfermedades genéticas, como fibrosis quística, porfirias, etc, con el apoyo de pediatras del Hospital Público. Además, escribimos un libro de texto de bioquímica molecular, porque toda la bibliografía existente en castellano era muy poca. Este material sirvió de base para el aprendizaje de los/as alumnos.

La Universidad de San Luis era una deuda pendiente. Las Facultades dependientes de la UNCuyo habían crecido bastante y habían demostrado que podían independizarse y formar una nueva universidad, que así fue. Así se comenzó a trabajar y fueron multiplicándose las carreras y el número de estudiantes. Se incorporaron nuevos equipos para la investigación y apoyo a la docencia. Muchos/as docentes con el apoyo del Conicet pudieron realizar sus doctorados. Hoy la UNSL es reconocida internacionalmente, tiene su lugar en los foros internacionales y se va modernizando en cuanto a sus objetivos, proyectos. Ahora tiene el desafío de acortar las carreras, porque el medio así lo requiere, lo que es importante para la formación de los/as jóvenes.

¿Cómo recuerda a Mauricio López?

No pude dialogar con él, pero pude verlo en conferencias que daba a los/as docentes. Su oratoria era realmente cautivante, nos ayudaba a seguir adelante y a proyectar con entusiasmo.

¿Y a Puchmüller?

Fue una excelente persona, recuerdo su humildad, su pasión por la Universidad y el apoyo que brindó para el desarrollo de bioquímica y biología molecular, por los/as alumnos. Creo que en la historia de la Universidad, Alberto ocupa un lugar sobresaliente e innegable, sin menospreciar el esfuerzo de todos los rectores de hacer sustentable la Universidad, teniendo en cuenta las situaciones políticas y económicas.

¿Qué nos puede decir sobre la creación de la Licenciatura en Biología Molecular?

Me convocaron para crear la carrera, en ese momento no todos estaban de acuerdo en la Facultad, porque se consideraba que la biología molecular era un grupo de técnicas que no alcanzaba para crear una carrera. Sin embargo, por los antecedentes que había de otras Universidades y por el apoyo del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI-Conicet) se decidió su creación. En principio tuvimos tres (3) alumnos, que hoy son investigadores, tienen sus grupos de trabajo, su formación postdoctoral.

Cuando estábamos armando la carrera, viendo el lugar donde podía funcionar, llegó de Estados Unidos la Dra. Gladys Ciuffo, que había terminado su postdoctorado, en el que había aplicado todo tipo de técnicas de la biología molecular, usándola como una herramienta para estudiar los mecanismos de reacción de su proyecto. Juntas empezamos a trabajar, a buscar el espacio, a comprar equipamientos. En ese tiempo, contar con un termociclador para hacer la reacción de la PCR era todo un trajín, todos queríamos tener la PCR propia, porque sino teníamos que hacer turnos para hacer nuestros experimentos. A través de la agencia recibimos un subsidio para comprarlo en tiempo real. Allí trabajamos horas enteras con la Dra. Liliana Olivera, en colaboración con la Dra. Ana Rastrilla para escribir el proyecto que nos permitiera tener el equipo. Fue mucha la emoción cuando nos enteramos que el subsidio nos había sido otorgado.

Cuando el grupo de docentes tuvo conocimiento de que habíamos conseguido el termociclador, que en ese tiempo era un equipo muy costoso, nos decían: «Compraron una ferrari, pero no tienen nafta para hacerla funcionar», porque teníamos el equipo, pero las herramientas para hacerla funcionar eran muy costosas. Sin embargo, contamos con el apoyo de la Universidad, del Conicet a través de los subsidios a los proyectos y logramos que este equipo fuese de uso diario.

Toda la actividad de investigación que realizamos, primero en el área y luego con el grupo de Química, Biológica Patológica, al cual se agregaron otros docentes, formamos el proyecto 8104, estudiando temas de nutrición, medio ambiente y metabolismo celular. En ese tiempo, para estudiar los mecanismos de reacción, hacía falta sustratos marcados radioactivamente. Entonces logré hacer un curso en la Comisión Nacional de Energía Atómica, se me habilitó para el uso, manejo y compra de material radioactivo y autorizaron la construcción de un pozo blindado para arrojar los reactivos radioactivos en el Bloque III. Luego esas técnicas fueron dejadas de lado y se comenzó a trabajar con las técnicas de la Biología Molecular, lo que actualmente se hace en laboratorio.

Muchos de los tesistas fueron y son docentes de nuestra Universidad, realizaron postdoctorados y reciben subsidios para continuar sus investigaciones.

¿Qué opina de la universidad pública?

Es fundamental, la universidad pública llega a todos los sectores, está siempre presente. Tendríamos que tratar de que en los medios de comunicación haya más presencia universitaria, de poder hacer mayor divulgación de todo lo que ofrece la universidad pública, que es gratuita y mostrarle a los jóvenes que pueden acceder, que lo único que deben tener es ganas de estudiar.

¿Cómo recuerda su designación como Profesora emérita?

Fue un momento de reflexión, de considerar que era importante lo que estaba haciendo con el grupo de trabajo, que era un reconocimiento de mis pares, pero que a la vez, me traía más responsabilidades. Fue un momento de alegría por los momentos compartidos con todos los/as colegas de mi área y de otros grupos de trabajo.

He vivido 55 años de vida universitaria, desde los 18 años. Mi último exámen fue el día 12 de marzo del 2019, que tuvimos que suspender por el COVID. Yo continúo con la actividad académica, desde la evaluación de proyectos y publicaciones a nivel nacional e internacional. Siento que ya cumplí un ciclo, pero me entusiasma tanto.

Distinción a Sofía por el 10º aniversario del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas San Luis (IMIBIO)

Tengo los mejores sentimientos hacia la UNSL: de afecto, de pasión, de lucha, de sinsabores, de tratar de hacernos entender. Desde la diversidad de ideas se ha logrado construir nuestra Universidad. Siempre tuve buenas respuestas desde el decanato, de la secretaría de ciencia y técnica, de posgrado, de la creación del Doctorado en Bioquímica, todo eso significó un diálogo permanente. Siempre desde el intercambio de ideas, lo que ha logrado que la Universidad sea lo que es ahora. Vienen las nuevas generaciones, con nuevas tecnologías e ideas y seguramente la van a hacer un lugar mejor.

Nuestra Universidad tiene una presencia en la educación provincial, nacional e internacional, siempre está presente en el medio, desde lo académico, en la prestación de servicios. Recordemos que el 90% de los bioquímicos de nuestros centros de salud son nuestros egresados, en los proyectos de extensión universitaria, en la llegada a los barrios para la educación de toda la población.

¿Cómo recuerda a sus colegas, a sus estudiantes?

Tengo un recuerdo muy particular de mis estudiantes, porque confiaron en nosotros para su formación académica. Cuando un estudiante llegaba a un examen y no aprobaba, porque no le alcanzaban los conocimientos que tenía le decíamos: no te aflijas, pensá que la materia tiene una parte «a» y una parte «b», ahora te toca estudiar para la parte «b», de esa forma intentábamos estimular a nuestros alumnos.

De los/as docentes tengo hermosos recuerdos, anécdotas que de una u otra manera contribuyeron a que esté donde estoy, porque uno no se hace solo, siempre necesitamos al otro para apoyarnos, para poder construir. Eso fue fundamental en el grupo.

Los/as alumnos/as son el semillero, lo que sustenta la razón de ser de la Universidad.

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