La licenciada en Arte Dramático Marcela Aravena analiza su relación con el teatro, la dirección, la docencia, la dramaturgia y la investigación, y anticipa el próximo estreno de una obra de su autoría con el grupo Le Maquinal.
«El teatro aparece en mi vida, supongo que primero como una escritura expresiva de mis gestos en mi cuerpo, de mis actitudes y, luego, éste aparece como una decisión de transformarme en una profesional o en una hacedora teatral. Y entonces, desde ese momento, hace más de 20 años, siento que he habitado el teatro, que me ha interpelado, me ha problematizado, me ha escupido, me ha arrojado y me ha abrazado. Es toda una relación con casi un otro, diría a esta altura». (Marcela Aravena)
Un recorrido genuino y curioso
Me parecen interesantes varias aristas del teatro. Comencé estudiando la carrera en la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza, donde fui alumna, y luego -por poco tiempo- actriz, pero mi pasión o mi identidad más fuerte es hasta ahora la dirección, aunque también hace ya unos años que me llaman, me seducen, la investigación teatral y la dramaturgia. En vez de que sea un trayecto que se acota, cada vez se amplía más. Creo que he tenido un recorrido muy genuino y para nada ansioso, sino curioso, y esto me ha permitido transitar un engranaje permanente. Sí o sí, sé que siempre aparece algo nuevo de la mano del teatro en mi vida. Esto también me ha llevado a trabajar y hacer teatro en diferentes lugares, como en la capital de Uruguay, Montevideo.
Hablemos de teatro en todos los idiomas
Cuando digo que me despierta curiosidad es porque lo que me gusta del teatro, de mí en él o con él, es que me permite no solo hacerlo, sino también escribirlo, leerlo, investigarlo y, entonces, hablar de él. Para ello, he viajado también a otros lugares, como a México, en la Universidad de la UAM y, hace poco, a Francia, al coloquio internacional Molière sin fronteras, donde fui a hablar con investigadores del mundo, de China, Francia, Inglaterra, Senegal, Alemania y Argentina. Me resulta muy erotizante que un montón de personas reunidas hablemos de teatro en todos los idiomas.
Hoy, en San Luis, estoy hace unos años dirigiendo y trabajando con la Secretaría de Extensión Universitaria en el Área de Teatro del Departamento de Elencos Artísticos. Como directora del elenco Le Maquinal, con el que hemos producido ya tres (3) obras en la Universidad, tengo un próximo estreno en camino, del que muy pronto se sabrá más.
La libertad de vivir conscientemente
Pensaba, mientras voy hablando, qué es lo que a mí me pasa con esto del teatro, y es que me completa con varios elementos, y que solo ahí puedo encontrar cómo decirlo. Lo apolíneo y lo dionisíaco convergen en el mismo lugar, como en la vida, pero por ahí no estamos tan conscientes, ni estamos tan decididos a vivirlos con todo lo que conllevan. Yo creo que este margen que es el teatro es un gran margen. Me ayuda, me invita a esa libertad de vivir conscientemente, dejarme atravesar por esas líneas… por los dioses.
Proyectar más el sentido extensionista
En la Universidad también he sumado talleres, seminarios intensivos y varios proyectos para trabajar junto con otras instituciones, para que se pueda proyectar más el sentido extensionista a la sociedad sanluiseña. Apostar por esto que siempre trae un cuerpo a un espacio artístico. En el teatro el soporte es el cuerpo, la inteligencia kinestésica que tiene cada individuo. Hay microcosmos en el cuerpo y son todos disímiles: los cuerpos de los que llegan a un taller o al elenco, o de las performances sociales que suceden en la fila de un banco, en un tribunal, en una oficina, o en una cárcel.
Una expiación y un ritual muy interesante
Me fascina ver las puestas en escena, donde los actores y el público viven la realidad del acontecimiento, cada uno como propietario de su experiencia. Siempre hablo de que el teatro es un camino donde pongo al fracaso y la frustración como valores. Digo que es un camino de frustración porque lo que lograste en unos segundos de repente pasa a la próxima escena, y sentís que se empieza de nuevo otro camino donde algo te está invitando a la frustración como camino de liberación; una expiación y un ritual muy interesante. Todo es potencialmente transformable y ahí aparece lo teatral, porque la creación real ya está, está todo creado, entonces es mi labor -a mi modo de entender- como directora teatral, trabajar con la posibilidad de la transformación; de transformar materialidades.
Marcela Aravena, nacida en la ciudad mendocina de San Rafael, es Licenciada en Arte Dramático por la Universidad Nacional de Cuyo. Desde el año 2000 se dedica a la dirección teatral y escénica, a la docencia y la dramaturgia. Se formó con reconocidos referentes del hacer teatral como Emilio García Whebi, Mauricio Kartun, Pompeyo Audivert y Ramón Griffero. Ha dirigido en Mendoza, Buenos Aires, México, Montevideo y San Luis. En la capital puntana ha dirigido diversas performances y obras tales como Monocorde, Pantano Teatral, Antígona, Marathon, El Burgués y Play Wolf.
Foto de portada: Flor Groppa
Fuente: SEU