«Hay una gran aula que tenemos, que es la población que está pasando problemas serios»


Recientemente, el Dr. Humberto Tommasino recibió el Doctorado Honoris Causa. En diálogo con Noticias UNSL, el extensionista uruguayo nos cuenta cómo comenzó el vínculo con nuestra Universidad, nos comparte su visión sobre los desafíos de las instituciones y sus sentimientos al recibir la máxima distinción de nuestra casa de altos estudios.

¿Cómo inició tu vínculo con la Universidad Nacional de San Luis

Empezó en 2015, con la visita de Claudia Maroa en un escuela latinoamericana de la AUGM de extensión de Montevideo. Ahí comenzamos a establecer contacto. Ella me invitó a San Luis y pude venir en 2015, antes de la pandemia volví dos (2) veces e hice un curso de extensión y un curso de sistematización de experiencias. Después de la pandemia no volví más hasta ahora, que estoy muy feliz de estar.

Hemos mantenido un gran vínculo con muchos compañeros de San Luis a través de encuentros y congresos de extensión, que siempre son lugares en los que muchos compañeros no encontramos y nos contamos cómo vienen avanzando los proyectos. También han ido compañeros de San Luis a Uruguay.

¿Qué implica para vos recibir hoy este título de Honoris Causa de parte de la Universidad Nacional de San Luis?

Implica mucho, porque depende mucho de cómo es uno. Yo siento -y esto lo digo con total honestidad- que es un acto muy generoso por parte de la Universidad de San Luis. No digo que no lo merezco, porque sería desmerecer la actitud de la Universidad de San Luis, pero hay muchas y muchos compañeros que podrían tener la misma distinción pensando en el escenario de extensión. Yo lo acepto con un alto honor, con una alta sensación de mucho regocijo. Es un acto muy generoso que te obliga a tener el compromiso de seguir estudiando, de seguir trabajando, de seguir generando alternativas. Todo lo que hago, lo hago en equipo así que no voy a plantearlo como una cosa personal.

Esto te obliga a seguir trabajando en favor de una Universidad más inserta en los territorios, con mayor vínculo con las organizaciones sociales, con la población, tanto a nivel rural, campesina, como a nivel urbano, con la población de los márgenes de la ciudades, donde ahí están los mayores niveles de pobreza de la población, del trabajo con cooperativistas, con el movimiento ambientalista, con el movimiento feminista.

Este compromiso te lleva a seguir pensando e intentar construir una Universidad distinta, como dice Freire, y aportar al necesario proceso que debe darse a nivel de la comunidad, de los sectores sociales con los cuales trabajamos. Esa cuestión vinculada a la justicia social, la justicia ambiental, a la justicia económica, a las cuestiones vinculadas a la interculturalidad, esas cuestiones que son parte de esa construcción que está en marcha y que está muy afectada. Algunos hablan de una crisis civilizatoria fuerte, marcada por varias cuestiones y ahí tiene que dar una respuesta la Universidad y la extensión, particularmente extensión crítica, debería ser una de las estrategias de las acciones, de las propuestas que intente avanzar en esa dirección.

¿Qué desafíos tiene la Universidad argentina y latinoamericana en este contexto que estamos viviendo actualmente?

Yo no lo pondría en la Argentina, lo pondría a nivel continental y planetario. Hay desafíos muy fuertes, hay una crisis ambiental que es prácticamente, según algunos y algunas, irreversible. Hay una crisis social, económica vinculada a la pobreza, sobre todo a nivel de infancias que es muy dura, muy cruda, muy fuerte. Hay toda una cuestión vinculada a la violencia, los procesos de violencia que se dan en la comunidad que tienen múltiples aristas, con territorios vedados, clausurados por parte de grupos y fracciones vinculadas a la violencia de todo tipo, entonces ahí hay una cuestión fuerte.

Hay una guerra instalada a nivel mundo. Uno puede pensar más allá de la relación a nivel latinoamericano, que también está. Lo que pasa en Palestina, lo que pasa en Gaza hoy es un drama planetario. Lo que pasa en Ucrania, esa cuestión en torno a las migraciones nosotros lo tenemos muy vigente.

Hay un telón de fondo que es la aparición de los fascismos en los últimos tiempos, en varios lugares en América Latina. Lo vimos, lo estamos viendo en Europa y lo estamos viendo en Estados Unidos de alguna forma, capaz que no es exactamente el término, la categoría descriptiva pero hay un proceso de «ultra derechización» muy fuerte.

¿Qué Universidad pública tenemos? ¿Qué Universidad latinoamericana para ese contexto de un mundo en crisis civilizatoria? Ahí me parece que hay que pensar los aportes que se pueden hacer. Si uno ve la cantidad de compañeros y compañeros que tiene la universidad pública que son miles, y suponemos que muchos de esos miles de compañeros pueden estar trabajando junto con la poblaciones, junto con los sectores populares, yo creo que se podría hacer un aporte sustancial a la formación de esos miles de estudiantes sin duda. Poder imaginarse que miles de estudiantes puedan trabajar, aprender y enseñar junto con esa población puede ser una cuestión a pensar con mucho cuidado para ver cómo lo podemos lograr. Hay una gran aula que tenemos que es la población que está pasando problemas serios, en donde puede aprender mucho.

¿Cómo esperás seguir el vínculo con nuestra Universidad?

Seguir viniendo y que vayan. Esos intercambios le dan mucha vida a los proyectos, son mucho más motivadores. Esa es la perspectiva, seguir trabajando mucho, generar investigaciones en conjunto, trabajos en territorio, creo que eso es factible y creo que es un camino que vamos a transitar.

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