Micaela en Perú es el alma vibrando


Miriam Micaela Díaz es estudiante de cuarto año en el Profesorado de Educación Especial en la Facultad de Ciencias Humanas (FCH). Nació en Villa de Merlo hace 22 años y es hija orgullosa de Mariela y Claudio. Desde hace tres (3) meses está en Perú, luego de la convocatoria del Consejo de Rectores por la Integración de la Subregión Centro Oeste de Sudamérica (CRISCOS).

En un relato en primera persona, conmovida y entusiasta a la vez, Micaela recuerda su partida en marzo, recuerda su viaje y su inicio a la aventura… y recuerda, sobre todo, su atreverse, creer y abrazar lo público.. Y emocionada escribe:

«¿Cuándo comenzó este viaje? Quizás fue el 15 de marzo, cuando llegué al aeropuerto de Mendoza junto a mi familia, una maleta y el cuerpo vibrando de temores, pero con la seguridad inquebrantable de seguir adelante, hacia Santiago de Chile, Lima y Juliaca, buscando arribar a Puno, en la República hermana del Perú. Quizás inició esa vez que sentí cómo el avión se elevaba entre las nubes, que pude percibirme entre ellas y además ver un atardecer en lo alto. Aunque mi amiga Valeria dice que no. Que esto comenzó antes, mucho atrás, cuando me animé a presentar mis papeles en la convocatoria, cuando esperé los resultados, cuando supe que lo había logrado y empecé a imaginar mis rulos volando en vientos puneños.

Entonces, siguiendo el rumbo, me invitó a pensar, afirmar y gritar que este viaje comenzó mucho, pero mucho más atrás. Todo brotó cuando me animé a romper el prejuicio de que la Universidad no es para los pobres. Comenzó cuando los profes Oscar y Ana me motivaron a encarar mis sueños, y siguió cuando «la Vasquita» dijo: «Te vas a recibir». Y sigue cada vez que recuerdo que soy estudiante de una universidad pública argentina, un regalo que sirve para valorar mi vida y sentirme capaz de cambiarme y hacer mucho por nuestro pueblo».

Además de ser estudiante de Educación Especial, Micaela fue Tutora de Pares Alumnos, para digitalizar textos, destinados a estudiantes con discapacidad visual.

Hoy está en la Universidad Nacional del Altiplano, en Puno, a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar. Ahí cursa (en un semestre académico en la Escuela Profesional de Educación Inicial) cuatro (4) materias.

Ella continúa su escritura con la fuerza de quien grita en su diario personal: «Hoy, gracias a este viaje, estoy en Puno. Hace tres (3) meses veo otros colores hechos bandera que flamean en el cielo y comparto el vivir de muchas personas nuevas en mi camino. Nuevos sabores, danzas, música, modos de hacer comercio, otras maneras de hablar, una cultura diferente, y estudio las realidades que subyacen en un país hermano, latinoamericano, con el cual tenemos tanto en común. Y estar aquí, estar viviendo y compartiendo también me da la posibilidad de notar cuánto amo ser argentina.

Lo siento al verme orgullosa, cebando mates en plazas o sierras, donde sea que vamos. Lo siento al describir nuestra diversidad geográfica, las comidas, la música; nuestra historia y las luchas sociales en los diversos sectores. Ni hablar de cuando grito que amo el arte y soy parte de un circo social (sí, sí: ¡el Saltimbanqui!). Lo sé porque cada día sigo viendo la bandera argentina en el cielo, y, casualmente, la bandera de Puno es similar.

Este viaje seguirá, y mi ser entero continuará defendiendo la educación pública, la educación del pueblo. Hoy, frente al lago Titicaca, veo todo extenso y me veo siendo yo. Me veo siendo puntana, argentina y afirmando en cada paso que los pobres sí podemos y tenemos el derecho de pisar y hacer de la Universidad nuestra casa, nuestro hogar. Nuestro el derecho que no se puede descuidar».

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