El rector de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) C.P.N. Víctor Moriñigo, compartió sus recuerdos y opiniones sobre la educación pública al conmemorarse este 22 de noviembre el 70º aniversario de la gratuidad de la enseñanza universitaria en la Argentina.
¿Cómo comenzó su relación con la universidad pública?
Mi inicio con la educación pública tuvo comienzos frustrados, porque mi madre quería que fuera a la Escuela Normal Juan Pascual Pringles (ENJPP) porque vivíamos por la zona, pero no salí sorteado. En ese momento no tuve la posibilidad de entrar a la escuela porque los cupos eran muy pocos para las personas que no tenían un familiar en la Universidad Nacional de San Luis (UNSL). Por cuestiones de cercanía terminé yendo al Colegio Don Bosco que estaba a dos (2) cuadras de mi casa. Mi ingreso a la educación pública fue frustrado en ese primer momento, sin embargo, ante la difícil elección que uno toma de joven sobre el futuro académico, siempre tuve el mandato familiar de que eligiera una carrera que estuviera acá, porque la situación económica familiar no estaba para poder trasladarme a otro lugar.
Cuando llegó la hora de decidir sobre mi futuro académico averigüé en la Universidad, de ese momento recuerdo que vi un cuadernillo del año 1996 que mostraba cada una de las carreras que se ofrecían y hablaba sobre cuál era la salida laboral de cada una de ellas. Allí empecé a ver las diferencias del sistema público y el privado, entre la gratuidad y el arancel, cuestiones con las que uno se choca a los 17 o 18 años y no sabe de qué se tratan, pero que la familia te las hace saber.
Le planteé a mi padre que había elegido la carrera de contador público, no por una cuestión de vocación de chico, sino por la facilidad que tenía en la escuela a la hora de aprender. Mi padre me había dicho que estudiara una carrera que estuviera en San Luis, porque el hecho de tener que trasladarme a Villa Mercedes era una complicación desde el punto de vista económico para ellos. Recuerdo que él me consultaba si no era lo mismo estudiar esa carrera en la universidad privada, porque en ese momento el dinero de la cuota era casi el mismo del traslado que suponía estudiar en Villa Mercedes. Sin embargo, luego él me dijo que comprendía que la elección de la universidad pública era la mejor que podía hacer.
¿Qué recuerdos tiene de sus primeros momentos como estudiante de una Universidad Pública?
Ingresé en el año 1997 en la carrera de Contador Público Nacional en la FICES (Facultad de Ingeniería, Ciencias Económicas y Sociales), recuerdo a mis primeros compañeros, algunos de ellos compañeros de la secundaria que eligieron el mismo destino que yo.
Recuerdo mucho también a mis profesores de primer año, porque la verdad es que uno acude con mucho miedo en las primeras épocas, hay mucho miedo al fracaso, a administrar sus tiempos, a ser responsables por primera vez, a vivir solo o con chicos de otros lados. Eso es algo que se lo marco siempre a mis colegas, que los docentes de los primeros años tienen la tarea de ser papás y docentes a la vez.
Recuerdo cada cosa de lo que pasó en ese primer año, incluso que me cambiaron la forma de estudiar. Uno de mis profesores llamado Richard Miranda, me enseñó a hacer mapas conceptuales que hasta el día de hoy utilizo con mi hija al momento de estudiar. Recuerdo también las charlas de la profesora de derecho, Patricia Alegre, que nos decía que no teníamos que ponernos mal porque éramos muchos, porque en mi promoción ingresaron 700 contadores, ella nos decía: «Si sos el mejor en lo que hacés, vas a tener trabajo». Recuerdo también charlas con otros profesores que me hablaban de que si uno persevera y trabaja, la universidad y la argentina nos iban a dar posibilidad de escribir una página de la historia, desde donde uno se desarrolla.
¿Qué importancia tuvo en su vida el paso por una institución de educación pública?
Cuando ingresé a la Universidad Pública entré a un lugar que me transformó la vida, porque me formó profesionalmente, pero me formó el doble como persona, como ciudadano, me formó éticamente, como militante de causas, con un espíritu crítico y con una apertura a diversos temas que nunca pensé.
Aquellos que se reciben son transformados por la universidad pública. Inclusive aquellos que no se reciben y tienen un paso frustrado, pero al visitar las aulas de la universidad nacional también son cambiados como personas, ya que se les fomenta el espíritu crítico y la militancia de temas.
¿Cuál es la importancia del rol de los docentes en los primeros años, para garantizar la continuidad de los alumnos?
Un profesor de primer año le brinda el saber a un chico y le enseña también a vivir como persona. A un estudiante le hace muy bien cuando lo contienen y a su vez, le hace muy mal cuando no tiene esa contención por parte de un docente que se limita en hacer un trabajo de ir, dar una clase y volver. El recurso humano que tiene la universidad en los primeros años debe ser muy contenedor, es muy propicio y muy pertinente.
Hasta tercer año estudiaba y vivía en una casa en la que se empezó a respirar el tema de la militancia estudiantil, casi sin darme cuenta empecé a trabajar en política universitaria y dos (2) o tres (3) años después llegué a ser presidente del centro de estudiantes de esa Facultad. Pero la verdad que uno vive con mucha tristeza el ver a un compañero abandonar, que de repente no vaya más, ver su silla vacía, ver la deserción de los alumnos, el saber que tienen problemas para costear el transporte o los apuntes. En mi época el tema de las fotocopias era un problema porque no estaban las cosas digitalizadas como hoy.
¿Cuál es la importancia de la gratuidad en la enseñanza universitaria?
La gratuidad de la enseñanza es una condición necesaria pero no suficiente para sostener a los estudiantes, hace falta una política más agresiva de becas, más integrales. Muchas veces te da tristeza ver que chicos que tienen muchas ganas, mucho deseo y mucha capacidad, terminen eligiendo el trabajo, no por una cuestión de preferencia, sino porque lo necesitan, por sobre el estudio. Yo tuve compañeros que eran padres y les costaba el triple estudiar y ellos les decían a los demás que aprovecharan que sus padres podían sostenerlos económicamente durante la cursada, porque a ellos les costaba mucho.
Cuando uno es estudiante, es un usuario de un servicio de educación en una disciplina, pero cuando uno se va metiendo en la universidad comienza a ver que la institución es tan diversa y con tantas aristas que es muy importante conocer todo el rol social que tiene la institución. La universidad es mucho más que carreras de grado y de posgrado, la universidad es la escuela, el comedor, las becas, la contención, es como una marca indeleble que te queda y el ser universitario te forma y te da una postura y una mirada sobre las cosas.
El ser universitario da una pluralidad y una diversidad de respetar al que piensa distinto pese a que esté a kilómetros de tu pensamiento y es algo que no se vive por fuera de la cuidad, la provincia y de la argentina. La universidad te forma en eso, en compartir con alguien que piensa distinto y hacer el esfuerzo por encontrar las cosas en común, creo que ese es el principal capital social que te da la universidad, sobretodo el rol social como igualador.
Creo que las carreras universitarias se llaman así porque nos ponen en la misma línea de partida a todos, todos comenzamos una carrera para el progreso de la persona y de la familia, nosotros venimos acá a tratar de tener una última oportunidad de igualarnos socialmente y es una oportunidad, está en nosotros o en las personas el concientizar que la tomemos. Es transformador para la persona y el gran desafío es que sea transformador para el país.
¿Cómo analiza la situación de la enseñanza pública argentina frente a los demás países de la región?
Creo que la gratuidad de la enseñanza en la Argentina en el aspecto público no está valorada como se debe, ahora lo vemos con esta Latinoamérica convulsionada que vivimos, pero no vemos lo que tenemos a la mano y quizás no utilizamos.
Como herramienta de transformación creo que nos falta poner a las Universidades al servicio del desarrollo de la región, del país, de la provincia, porque también la universidad en su afán de protegerse, muchas veces se ha aislado y no ha salido para el afuera. Es necesario poner a la universidad a estudiar y a pensar, quizás no para dar las grandes soluciones, pero sí para aportar un poquito en las grandes discusiones del país: la distribución de ingreso, el hambre, la economía, la tecnología aplicada al trabajo, grandes cuestiones que pueden servir tanto para el sector público como privado del país.
¿Cómo considera que la universidad puede garantizar el ingreso, permanencia y egreso de sus estudiantes?
A los estudiantes hay que abrirles las puertas de la universidad y hay que entender que a muchos les es muy difícil subir las escaleras y darse esa oportunidad. Es necesario retener a los chicos que ingresaron pero también dar una vuelta de rosca más: es necesario buscar al último chico que por miedo, lejanía, dudas, o por ese paso gigantesco que hay desde la secundaria a la universidad, le esté costando venir.
Hay que abrirle las puertas al que viene, retener al que está y salir a buscar al que tiene miedo de venir, porque creo que atrás de cada persona hay una historia y una familia a la que le puede cambiar la vida teniendo un profesional. A mi me tocó ser uno de los primeros de la familia en recibirse y eso cambia exponencialmente el entorno familiar de cualquier persona, porque puede ayudar a sus seres queridos y hasta puede generar un efecto contagio en los demás.
La gratuidad de la enseñanza es un icono importante en función a la Reforma del 18, lo vivido de la gratuidad varios años después y la transformación social para cada una de las familias que va teniendo su primera generación de profesionales, ya que no solo las élites van a la universidad, sino que por la gratuidad, los trabajadores pueden mandar a sus hijos a la universidad y eso les permite cambiar su vida.
¿Qué es para usted la gratuidad universitaria?
La gratuidad es el gran movilizador social. Es una oportunidad que hay que saber aprovecharla y es necesario difundir esto en los jóvenes de hoy, que serán los que comandarán el país del mañana.