«La construcción del edificio del INFAP es un anhelo muy esperado», así lo definió el Dr. Antonio José Ramírez Pastor, director del Instituto de Física Aplicada (INFAP) Dr. Jorge Andrés Zgrablich. El científico relata cómo viven en el interior del Instituto la noticia de la construcción del nuevo edificio.
¿Qué significa para ustedes la construcción del edificio?
Es como el anhelo de siempre. La posibilidad de contar con un edificio propio, que lo podamos diseñar a la medida de las investigaciones que realizamos y como siempre lo hemos soñado. En esta etapa comenzaría la concreción de este anhelo y de algo que nos ha llevado mucho tiempo, porque es un proyecto que se inició hace bastante.
Me hice cargo del Instituto a finales de 2012, y desde mediados de 2013 comenzamos a trabajar en el armado de la solicitud de construcción de un edificio, dentro de un programa de fortalecimiento de infraestructura que se lanzó a finales de 2013.
En ese momento el proyecto se financiaba con gran parte de dinero internacional, por lo que la presentación fue un trabajo muy arduo de reuniones entre investigadores/as para programar los distintos laboratorios, aulas, espacios. Finalmente se terminó haciendo la publicación en febrero de 2014, donde entró en un proceso de evaluación.
Hacia fines de 2014 recibimos la comunicación de que el INFAP había sido seleccionado entre la gran cantidad de presentaciones que hubo. Fue un concurso muy competitivo, se seleccionaron 21 obras y una (1) de ellas, la de nuestro Instituto, lo que nos generó una gran ilusión. Finalmente el crédito para este propósito no salió, pasaron los años y diferentes gestiones en el Ministerio de Ciencia y Tecnología y siempre se trabajó en ese orden de mérito, intentando recibir los financiamientos. A principios de este año se presentó una actualización que fue un trabajo muy intenso porque muchas condiciones cambiaron desde aquel momento.
Gratamente recibí hace unos días una llamada formal y personal desde la presidencia de Conicet con el anuncio. Por eso, para todos/as los/as investigadores/as del Instituto es una gran noticia, es el sueño no solo de los que estamos ahora, sino de mucha gente que inició el Instituto y lo previó, tiene que ver con una larga tradición de investigación que existe en el Departamento de Física y de Química y que finalmente desemboca en esta grata noticia.
¿Cuántas personas integran el Instituto y qué tareas realizan?
En el Instituto hay una situación muy dinámica, pero hoy en día estamos hablando de entre 90 a 100 agentes, dentro de los que hay investigadores/as, becarios/as y personal de apoyo a la investigación. La gran mayoría del personal tenemos doble dependencia (UNSL/Conicet), es decir nos desempeñamos con nuestro cargo en la Universidad y hacemos investigación en conjunto con Conicet.
Hoy tenemos ocho (8) líneas de investigación, dos (2) que son más bien teóricas, otras que son puramente experimentales y otras teóricas experimentales. Abarcamos una gran variedad de temas, principalmente involucrados en la fisicoquímica de superficies, medios porosos, nuevos materiales, magnetismo, problemas de nanotecnología. Hay una gran variedad de líneas de trabajo que englobamos en lo que denominamos física aplicada.
En este momento, a pesar de estas ocho (8) líneas de investigación, estamos desarrollando desde el año 2016 un proyecto de unidad ejecutora, común a todos/as los/as investigadores/as, en tratar de usar pasivos ambientales, es decir residuos de industrias, para reciclarlos y ponerlos nuevamente en valor, contribuyendo al medio ambiente y dándole valor económico.
Por ejemplo, material plástico que se descarta de industrias que fabrican bolsas de alimentos de animales, se está usando como fibra para introducir dentro de hormigón armado, para usarlo como refuerzo. También hay una parte muy fuerte de investigación básica.
¿Cuáles serán los beneficios de contar con este espacio?
Los beneficios son muchos, en primer lugar desde el punto de vista edilicio. La readecuación de los bloques en el predio del Rectorado, hizo que la gran cantidad de los/as investigadores/as que estábamos en el viejo edificio de Chacabuco y Pedernera, en condiciones precarias, nos pudiéramos trasladar a los nuevos edificios en los bloques.
Eso ha sido una gran mejora en las condiciones laborales, pero a pesar de ello, tenemos algunas dificultades: entre ellas que estamos desparramados en distintos edificios y laboratorios, no tenemos una integración como otros edificios. El hecho de integrarnos tendrá muchos beneficios desde el lado económico, por no tener que duplicar herramientas y elementos de trabajo que son costosos, y también en el aspecto humano, de que podamos fomentar mucho más la vinculación interna y de pensar espacios con capacidad de crecer en los próximos años.
Muchas veces uno ahora se encuentra limitado para crecer porque no nos queremos amontonar en los espacios, porque cuesta tener espacios para recibir profesores visitantes. El INFAP es un Instituto que tiene mucho movimiento, con gente que viaja y viene de afuera, por ello el edificio será muy beneficioso para seguir mejorando y para que los/as profesionales trabajen más cómodos y con condiciones de seguridad adecuadas.
¿Algo más para destacar?
Remarcar que esto es un logro colectivo de muchísimos años de trabajo, de gente que ya no está porque se jubiló o ya no está con nosotros. Por ejemplo nuestro director el Dr. Jorge Andrés Zgrablich fue quien dio el puntapié inicial a lo que fueron los grupos que convergen en el Instituto.
Lamentablemente falleció en el 2012 y estaría muy orgulloso de todo esto. Por eso, en la figura de él, homenajear a todo el resto de profesores/as que acompañaron. A partir de ahí a todos/as los/as investigadores/as y becarios/as que con su enorme trabajo fueron los/as que generaron y pusieron de manifiesto su capacidad de trabajar, de generar ciencia con nivel y demostrar que podían ser acreedores de este nuevo edificio y de sus condiciones laborales.
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