Daniela Calderón es guitarrista y cantora y fue la ganadora del Premio Polo Godoy Rojo en la categoría Música. En diálogo con Noticias UNSL, nos cuenta cómo fueron sus inicios, sus objetivos, sus pilares en el camino y sus proyectos a futuro.
¿Cómo fueron tus inicios en la música?
A los 12 años aprendí a tocar la guitarra. Recuerdo que a los tres (3) meses de haber empezado comencé a tocar en peñas. Siempre fui muy tímida, creo que hasta el día de hoy lo sigo siendo pero lo manejo. Eso no me lleva a ser insegura, sino que me cuesta en lo histriónico. Nunca tuve la idea de querer mostrarme, cuando iba a la escuela nadie sabía que yo tocaba la guitarra.
¿Cómo contarías tu historia con la música?
A los 12 años empecé ir a peñas, festivales, recitales, radios, televisión. En ese tiempo había muchas peñas, ahora lamentablemente se ha reducido ese circuito de manifestaciones culturales.
Recuerdo que tocaba nueve (9) horas por día la guitarra, a veces hasta me dolía la espalda. Iba a la escuela a la tarde y cuando volvía empezaba a tocar la guitarra. A veces eran las dos (2), tres (3) o cuatro (4) de la madrugada y hasta que mis padres o mis abuelos no me decían que me vaya a dormir, yo seguía tocando.
En la casa de mis abuelos tenía mi espacio. Allí yo me ponía de cara a la esquina de la habitación tocando, de espalda a la puerta y escuchaba los pasitos de mis abuelos que venían a verme. Mi abuela a veces se animaba a decirme: «mija, vaya a descansar», mi abuelo venía, lo escuchaba con su bastón y abría la puerta, me veía, pero se volvía sin decirme nada. Ese era mi espacio y tengo esos recuerdos.
A los 15 años tuve una gran ventana en la música, que fue un antes y un después en mi vida y fue el haber sido parte de la orquesta de las 40 Guitarras Puntanas. En ese momento, Aldo Ávila, primer director de las 100 Guitarras Mercedinas, realizó una convocatoria para guitarristas. Yo fui a la convocatoria, me presenté y quedé en las primeras guitarras.
Éramos tres (3) mujeres y 37 hombres. En ese momento estaba con Belén Bravo y Alejandra. Ser parte de este espacio fue algo muy particular, porque en la música cuyana siempre hubo cantoras, no tantas, pero hubo. Yo me defino como guitarrista y cantora, porque con la guitarra empecé a los 12 años y a cantar empecé muchos años después.
¿Cómo viviste esa época de ser parte de la orquesta?
En la orquesta era como jugar en primera. Estaban los/as mejores guitarristas de San Luis, tanto jóvenes como grandes. Aprendí mucho escuchando, mirando y prestando atención, sobre todo a Aldo Ávila, que era el director de este espacio y del Trébol Mercedino, ya que era hijo del fundador. Él no era mi profesor en la orquesta pero con todo el tiempo que compartimos, para mí lo era. Siempre compartía sus saberes y su información, era muy generoso, enseñaba queriendo y sin querer.
Este era un espacio de mucha práctica, muy disciplinado. Recuerdo haber desarrollado mucho la habilidad de la púa en ese momento.
Lamentablemente el proyecto duró poco tiempo, solo fueron seis (6) meses. Con la orquesta viajamos, una vez tocamos las 140 guitarras, las 100 mercedinas y las 40 de San Luis, ese fue un momento muy lindo.
¿Cuándo comenzaste a cantar?
Toco desde los 12 años, pero hubo intermitencias largas. Para tocar sí o sí necesitaba formar un conjunto o que alguien acompañara y no había mujeres en el género musical, sobre todo en el de la guitarra instrumental. Yo cantaba en casa, alguna vez canté con mi hermana, que es dos (2) años más chica que yo. Cuando ella dejó de tocar, yo seguí tocando la guitarra instrumental, pero en mi casa empecé a practicar lo de acompañarme, hacer notas, sacar ritmos sola y comencé a cantar para mí, en mi propia casa.
La canción Te quiero de Palorma, es la que hizo que nacieran mis ganas de cantar y compartirlo. Era una canción que me conmovía mucho, pero no era muy conocida ni escuchada.
Crecí en una casa rodeada de música, en el campo, en las sierras de Carolina y todo mi ambiente familiar siempre fue de música, principalmente de nuestra región. Conocí mucho sin querer, por eso ahora siempre busco seleccionar un repertorio de música que no haya sido tan difundida.
Mi vuelta oficial fue en el 2015 en redes sociales. En ese momento subí un video tocando instrumental y se viralizó, porque causó gran novedad que una mujer tocara la guitarra como los guitarristas varones. Por el alcance que tuvo me escribieron guitarristas de todo el país. Tiempo después, estando en la casa de una amiga, me grabaron cantando la canción Te quiero. Ella tenía un perro Pug Carlino que nos interrumpió durante la canción, pero en el video eso ayudó y se viralizó.
En ese momento Aldo empezó a ver mis videos, comentarme y motivarme. Cuando subí la canción Porteña y nada más, Aldo me comentó: «Yo diría, cuyana y nada más». Mi disco salió en el 2020 y le puse ese nombre en homenaje a él. En el disco grabé chamamé, polca, milonga, pero todo está atravesado por la esencia de la guitarra cuyana.
Siempre mencionás a tu familia en todos los momentos con la música ¿Qué podés decir de la importancia del acompañamiento en este camino?
Es muy importante cualquier tipo de contención o acompañamiento, ya sea de la familia, o personas que una considera familia, amistades. Esto sobre todo cuando sos pequeño/a, porque necesitás contención y la vista de alguien que vea las cosas de afuera. Mis padres me acompañaron siempre, a todos lados.
¿Cuáles son tu proyectos a futuro?
Ahora tengo la alegría de volver a tocar después de tantos años con Belén, con quien me conocí en las 40 guitarras. En ese momento, en un ambiente donde predominaba (y sigue predominando) la cantidad de hombres en la música, que dos (2) niñas que tocaran e hicieran lo mismo que los guitarristas de la música cuyana, era algo muy llamativo. Hoy estamos haciendo Herencia, un conjunto de cuatro (4) mujeres: Vivi Ávila (de la familia Ávila), Silvia Zavala (hija del creador de Calle Angosta), Belén Bravo y yo. Nos presentamos en noviembre del año pasado y en el festival de calle angosta de este año, que fue la primera vez que toqué como Daniela Calderón en ese lugar.
También estamos presentando con Belén un proyecto a dúo, donde cantamos. No dejo tampoco mi proyecto solista, también tengo el proyecto de cantar con Napoléon Garay y a veces en trío con Elías Wiedemann, con quién teníamos un grupo de música cuyana.
Estoy siempre generando estos espacios, produciendo y buscando fechas donde tocar. Desde el 2015 intento subsistir con la música, y ahora se está haciendo cada vez más complejo.
Yo soy docente de nivel inicial, este año volví a la escuela en 1er y 2do grado como profe de música. Doy clases virtuales de guitarra cuyana, con la intención de poder difundir y compartir el estilo cuyano.
¿Qué implicó para vos ser ganadora del Premio Polo Godoy Rojo?
Cuando me enteré fue una gran sorpresa. Sabía que había una convocatoria pero me sorprendió muchísimo haber ganado. Un día me llamaron por teléfono de la Universidad y me dieron la noticia que había sido premiada y que la mención especial era para Norte Libre, que me alegró mucho también, porque son amigos con los que hemos trabajado y compartido. Me sentí muy feliz con este Premio porque viene de la Universidad, y muchas personas que admiro lo recibieron.
Me cuestan los reconocimientos, son raros, porque me cuesta asimilarlos. Lo dimensioné cuando me empezaron a escribir muchas personas para felicitarme por este Premio. Me enorgullece también el ser de las primeras mujeres premiadas, junto a Ángela.
Ser reconocida por un trabajo que te gusta, en tu Provincia y por la Universidad, me pone feliz, también por la imagen de Polo Godoy Rojo y todo lo que representa para San Luis y sobre todo para la gente de campo.
¿Algo más para decir?
Mi expectativa no es tan a largo plazo, sino seguir haciendo lo que me gusta mientras pueda, mientras tenga energía. Siempre está el deseo de vivir cómoda de esto. Las mujeres estamos en la música, tenemos la capacidad y el talento igual que cualquier otro músico. El arte y la cultura son trabajos y hoy en día nos están aplastando. Mi mayor expectativa sería la de vivir de esto, mientras tanto, sigo haciendo mi caminito.
Finalmente, quiero agradecerle a Juli Miguel por siempre brindarnos su casa/estudio para estas producciones.
Conocé más sobre el trabajo de Daniela en su instagram @daniela.mbaraca