Así lo expresó la Licenciada en Letras y autora del libro “El Rector”, pieza que trae a la memoria el relevante legado que dejaron los cinco períodos de gestión del primer rector de la Universidad Nacional de San Luis elegido democráticamente en Asamblea Universitaria, el Lic. Alberto Puchmüller. El libro se presentará este viernes 16 de junio en el Microcine de la UNSL a las 12:00 horas.
Raquel Weinstock acompañó al “Rector”, como ella aún lo llama, durante importantes acontecimientos que dejaron su huella en lo que es hoy el presente de la UNSL. Ella lo describe como un ferviente impulsor del crecimiento universitario y como el hacedor de los sueños del primer rector de la institución, el profesor Mauricio López.
A diez años de su fallecimiento, lo recuerda recorriendo los pasillos de la Universidad, orgulloso de la comunidad universitaria. “No pude nunca decirle “El Alemán”, o “Alberto”. Siempre para mí fue “el Rector”. Vi lo que logró y realmente su gestión marcó un antes y un después”, dijo.
¿Cómo comenzó el proceso para llegar hoy al libro?
El proceso comienza hace apenas un par de años cuando el Rector –como nunca pude dejar de decirle- comienza a llevarme escritos para leer y corregir. En esa época yo vivía en la calle Bolívar, entre San Martín y Rivadavia, y él comía en el Comedor Universitario. A su ida al comedor me decía que me dejaba algunas cosas escritas, y cuando volvía ya lo tenía que haber leído, criticado, y corregido.
Fui guardando este material y seguramente, ni él ni yo, pensábamos que eso pudiera ser el motivo para ser la elegida en escribir un libro en su homenaje. Guardé muchas cosas de aquella época.
Cuando me convoca el actual rector de la Universidad, Dr. Félix Nieto Quintas, a través de Vicente Fusco, hablo con él sobre este proyecto. Era la primera vez que volvía a la Universidad después de Puchmüller, no había vuelto nunca más. Dejé cosas que amé mucho en la Universidad en lo afectivo, y volver fue bastante impactante para mí. Me conmocionó mucho. Por suerte el Rector actual tiene una calidez que supo contener.
Al encontrarse con esta propuesta ¿Cómo siguió la historia?
Me encontré con esta propuesta. Por suerte guardé muchas cosas de esos años. En aquella época con la profesora Mariela Quiroga Gil hicimos un archivo donde estaba el día a día de toda la gestión. Había información de actos, videos, recortes de diarios. Todo eso desapareció.
Un día, pensando en fotos para reflejar la parte humana de él, la llamo a su hija para preguntarle si tenía fotos de la familia. Ella me acerca una agenda donde Puchmüller habla de lo que pensaba. Con esto en la mano, me pareció más valiosa la palabra directa de él, por lo que dejé parte de lo que estaba escribiendo y me fundí más en lo que él contaba.
¿Cuándo inició su historia con la gestión de Alberto Puchmüller?
Nos conocimos en el año 1986 cuando me convocó para hacer el diario “Presencia Universitaria”. De ahí surge la necesidad de hacer un archivo. Me llamó la atención que la Universidad no tuviera una oficina de prensa. A raíz de ello la creamos. Eso generó un espacio importante de difusión porque el Rector creía – como lo creyó Mauricio López- que la Universidad no fuera una isla, sino que tuviera un contacto permanente con la comunidad.
La oficina de prensa generaba información. Los periodistas se acostumbraron a ir a buscar la información, nosotros mandábamos los partes. Y un día me avisaron que todo ese material no estaba. Pero como soy archivera tengo la colección de “Presencia Universitaria” y muchas fotos de la época. Este material me permitió de algún modo escribir.
“El Rector” fue un hacedor de los sueños de Mauricio López…
Sin dudas. Él decía que tenía que concretar lo que no le permitieron hacer a Mauricio. Y lo hizo. Su pensamiento progresista lo ayudó. Al punto que después de Puchmüller, en las sucesivas tres gestiones, no se hizo nada.
¿Fue el hacer la Universidad que conocemos hoy?
Sí, eso es producto de su gestión. No solo del rectorado, sino lo mismo en la DOSPU. Ese lugar era una oficina pequeña, y mirá lo que es hoy, una obra social importante. Puchmüller se anticipaba a muchas cosas. Tenía una mirada muy progresista.
¿Cómo fue trabajar con Alberto Puchmüller?
Lo hermoso que tenía era que te dejaba pensar y hacer. No era una persona autoritaria, pero si era exigente. Él te dejaba pensar, crear y hacer. Llegamos al punto en el que podía sacar un comunicado en una situación de necesidad en nombre del rectorado, porque sabía exactamente lo que él pensaba. Aunque el Rector no estuviera conocía su pensamiento.
¿Qué fue lo que más aprendió de él?
Aprendí mucho, sobre todo a gestionar.
¿Cómo se vivía la democracia universitaria en esa época?
Fue una época espectacular, tan hermosa. La Universidad era voluptuosa. Después de venir de tanto horror ver los chicos con los cánticos, con las proclamas, sentir las risas, los ruidos de las zapatillas y no de las botas, fue hermoso. Recuerdo una imagen que se me grabó de volver a escuchar la música. Se me había grabado la canción “La Maza” de Mercedes Sosa. El regreso de la democracia era como vivir una primavera multiplicada. Se podía hablar en voz alta.
¿En ese entonces cómo era la prensa universitaria?
Trabajábamos en equipo. Salía la información diariamente. Llevábamos el parte diario de actividades a todos los medios de comunicación. Cuando surgían cosas más importantes había más movilización. Las actividades de extensión tuvieron un papel fundamental y muy lindo. En esa época cubríamos todos los eventos, los sábados y los domingos también. En el diario “Presencia Universitaria” quedó registrada mucha información. Hicimos un programa de televisión por canal 13 que se llamaba “Más allá del Claustro”. Salía todos los sábados.
¿Cómo era Alberto Puchmüller con la comunidad universitaria?
Bajaba al bufet a tomar un café y cualquiera podía sentarse en la mesa y hablar con él. Es decir, no quería ser un prócer, al contrario. Es más, cuando le tocaba hablar no le gustaba estar disertando arriba. Tenía un pensamiento horizontal.
En el ámbito político no tenía problemas de hablar con distintos partidos políticos. Nunca enfrentó a la Universidad, jamás. Siempre fue pujante del consenso y diálogo. Era brillante.
¿Cuál fue proyecto más importante de su gestión?
Podría decirse que la infraestructura, porque a la Universidad le permitió crecer. También hubieron otras cosas que tuvieron que ver con lo ideológico, es decir con democratizar la Universidad. Ya no era inalcanzable sino que estaba ahí al alcance de todos.
A él lo conocí en el actual edificio de la Escuela Normal, porque allí funcionaba el rectorado. Luego nos mudamos al actual edificio, y cuando estábamos allí dijo: “Nos quedamos cortos porque esto va a crecer”. Y así fue.
Rescato lo meticuloso que fue. Se comprometía hasta con los ladrillos porque iba a ver cómo se estaba construyendo en la Universidad, iba al camping de La Florida a ver cómo habían plantado los árboles. Es decir, estaba en todo y lo hacía con alegría. Parecía un pibe. Estaba en los detalles hasta para ver si habían regado las plantas.
Al ver la Universidad hoy ¿Respira los mismos aires?
La gestión de Nieto me recuerda mucho a Puchmüller en su hacer. En un hacedor, no es un teórico. El actual rector es una persona que ha abierto las puertas de la Universidad a toda la comunidad, tanto a las municipalidades, al gobierno, a los estudiantes. Cuando hablé con él tuve la sensación de volver a estar con alguien humanista y con una capacidad de trabajo importante.
¿Hay algún capítulo especial en el libro?
Todos son especiales. Hay un capítulo que habla sobre la Universidad Multidimensional que yo era la única que lo tenía. El Rector me dejaba los escritos y peleábamos cuando no se los corregía. Cuando me llama Félix Nieto me conmovió mucho la propuesta.
¿A qué se debe el título?
No pude nunca decirle “El Alemán”, o “Alberto”. Siempre fue “el Rector”. Vi lo que logró y realmente su gestión marcó un antes y un después.