Se trata de un grupo de 12 estudiantes de la Escuela Nº 312 República de Chile que interrogaron sobre la temática a un grupo de profesores de la Facultad de Química Bioquímica y Farmacia (FQByF) para participar en la feria de ciencias provincial, habiendo superado previamente la instancia local, en su propio establecimiento.
Los estudiantes fueron recibidos por el secretario de Coordinación y Planificación Institucional, CPN. Víctor Moriñigo, la decana de la FQByF, Dra. Mercedes Campderrós, el docente y director de Biotecnología, Luis Escudero y el secretario de Ciencia y Técnica de la FQByF, Dr. Sebastián Andujar.
¿Qué es lo que nos están dando de comer?, ¿es confiable?, ¿hay intereses económicos?, fueron algunos de los interrogantes que motivaron a los jóvenes de 5to año para dar inicio a su proyecto enmarcado en la materia Bioética y Biotecnología. Dentro del mundo de la biotecnología eligieron lo urgente que los rodea que son los alimentos transgénicos.
El proyecto surgió para ser presentado en la feria de ciencias escolar, a partir de una propuesta del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación. Al ganar en su Institución, se decidió ampliar la teoría y la indagatoria a través de la visita a organismos e instituciones relacionadas con la temática de alimentos transgénicos, para participar de la instancia provincial y poder continuar con la regional y nacional.
«La Escuela tiene una inclinación social con bachilleratos en Ciencias Sociales, lo nuestro no es una investigación sino una indagación sobre un tema que es bastante conflictivo y por lo tanto hemos buscado a todos los actores que están dentro de esa temática y los estamos yendo a entrevistar a los fines de que al final de este circuito, los chicos puedan discernir al respecto», expresó el profesor de la Escuela, Méd. Vet. Julián Muñoz.
El modo de operar del proyecto se basó en aplicar una serie de preguntas previamente pautadas a cada organismo a los fines de sistematizar y tabular la información. En la Facultad además pudieron absorber gran cantidad de conocimientos complementarios.
«Los chicos se van con bastantes respuestas, con algunos interrogantes que siguen estando pero especialmente con material como para terminar este proyecto y mostrárselo a la sociedad porque en definitiva lo que se intenta en la última parte, es que ellos, una vez que hayan ganado o perdido, su conocimiento no quede en sí mismos sino que sea trasladado a la comunidad», explicó Muñóz.
Por su parte Escudero, consideró la experiencia como sumamente productiva y destacó la iniciativa del estudiantado y los comparó con el pensamiento surgido hace poco tiempo de un grupo de académicos y participantes de un Congreso en Brasil con casi 5.000 personas. «Es un poco la inquietud que ellos tienen ahora, la de generar un consumidor crítico que le pierda miedo a la ciencia, que incorpore el conocimiento de las agrotecnologías y que en función de eso pueda contribuir al control de los alimentos y a dar respuestas a las soluciones que demanda el mundo en materia alimentaria».
Desde el proyecto se entiende que la temática quedará abierta, pero que generará en los estudiantes, en su individualidad, una opinión al respecto que les permitirá pasar de ser consumidores pasivos a consumidores críticos y que les servirá también como experiencia y herramienta aplicable para otras decisiones de sus vidas. «No podíamos cerrar el proyecto sin estar acá (…) Les agradecemos profundamente porque sin esta pata no hubiéramos podido concluirlo», remarcó Julián Muñóz.