En San Luis químicos construyen portales para la ciencia


“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, decía Albert Einstein. En el Instituto de Investigación en Tecnología Química (INTEQUI) de doble dependencia UNSL/Conicet, 16 investigadores piensan lo mismo. Ellos instan a que su trabajo no quede en un paper, sino que sus descubrimientos generen riquezas y valor agregado para el país.

Ese es el empeño del equipo, dirigido por el Dr. Luis Cadus, por el que crearon una Empresa de Base Tecnológica (EBT) pública, a la que sólo le falta el financiamiento que permita poner a la ciencia del conocimiento y la innovación, a disposición del desarrollo económico de las sociedades. Parece un sueño que ha sido acariciado durante años por estos investigadores puntanos y que el director del INTEQUI, resume al afirmar que “a los pioneros nos toca construir puertas, no abrirlas”.

“Crear una empresa para nosotros es una tarea no menor” sostiene el doctor en ingeniería química, porque si bien, “estamos haciendo algo que se ha hecho mucho en el mundo, en San Luis sería innovador”, declaró. El doctor Cadus, recordó la génesis del proyecto que nació en el año 2002, y explicó que la primera disyuntiva que tuvieron fue decidir si desarrollaban su idea en el campo privado o en el ámbito público.

La respuesta parece haber llegado pronta y sin discusiones: “nosotros somos nacidos, criados y defensores de la universidad pública y por lo tanto creo que esto tiene que ser un impulso para la universidad pública y nos gustaría muchísimo que, el spin off académico sea de nuestra Universidad (…) Contamos para eso con el aval del rector, Félix Nieto, quien nos planteó que a él también le interesaba”, destacó y explicó que por eso hizo un acuerdo con la Facultad de Ciencias Económicas, Jurídica y Sociales y lograron, con el asesoramiento de una abogada, un dictamen para la UNSL que estableció como modelo empresario, una SAPEM, “ideal para que pueda cubrir este tipo de expectativas”.

Así se daba un primer paso, al que le seguirán otros esfuerzos para dar forma al acariciado sueño de poder transferir tecnología para resolver los problemas de la sociedad. Vendría después, el montaje de la estructura administrativa que requirió de un “monstruoso esfuerzo y paciencia, porque lo que se podría hacer normalmente en España en seis (6) meses a nosotros nos puede llevar seis (6) años”.

Sobre el surgimiento de las EBT indicó que es un trabajo que empezó en el mundo hace muchos años en el Silicon Valley con la creación de  los spin off entre los que no hay solo académicos sino también empresariales y surgen cuando una empresa logra cierto desarrollo puntual, en un determinado tema y se considera no apta para manejarla porque tiene otro objetivo, creando entonces, otra empresa que surge de ella misma para que desarrolle esa cuestión.

El modelo empresarial, que se resume en una SAPEM a los fines de construirse en conjunto con la universidad pública, tuvo dos (2) grandes desafíos para los investigadores, primero en cuanto a su planificación y luego su análisis de viabilidad en el mercado.

El primer impulso, llegó de la mano de un proyecto startup en base científica que ganaron en la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT), por el que aprendieron a cotejar datos en química e ingeniería contra el mercado, ya que lo factible y económicamente aplicable no son cosas menores.

Cada uno de los investigadores ha ido formándose en una faceta. Están en condiciones de fabricar reactores. Ya hicieron uno y lo vendieron a la firma Ecochem S.A., una empresa de servicios, cuya actividad está dirigida a la gestión de residuos industriales. “Hemos aprendido a medir lo que tenemos que resolver, lo podemos dimensionar en un reactor a una escala pequeña que hemos montado en nuestro laboratorio gracias a ese startup, que se llama escala prototipo. Estamos en condiciones de entender esos datos y decir: este es el volumen de la unidad que necesitaría una empresa para resolver su problema”, explicó Cadus.

El camino recorrido ha sido largo y árido, se inició con una evaluación para la empresa Arcor en Villa Mercedes, continuó con un convenio con la empresa Repsol-YPF, para intentar resolver el problema de los contaminantes de la destiladera de la Ensenada de La Plata. “Hoy estamos en condiciones de lanzar esto como una empresa”, asegura el científico y reconoce que les está llevando mucho más tiempo de lo que la ansiedad les permite.

“Es un aprendizaje colectivo que será nuestra contribución a la Institución, necesitamos una dinámica y una agilidad que muchas veces las organizaciones del Estado no la tienen, pero que para crear empresas hace falta, hemos trabajado con el dinero público muchos años para desarrollar esta tecnología. Empezamos en el 2002, nos llevó diez (10) años llegar hasta el último punto. En 2012 cerramos, prácticamente todo”, remarcó.

El científico explicó que actualmente está en desarrollo una tesis doctoral para hacer aspectos complementarios como nuevas generaciones de catalizadores. «Tenemos que tener actualizado el I+D que es una tarea titánica porque no está instalada en nuestra cultura», concluyó.

La unidad de negocios diseñada ha sumado otros proyectos como la recuperación de metales a partir de baterías agotadas o la valorización de productos de desechos de empresas que utilizan insumos agrícolas. El paquete está completo y los profesionales no descansan en la construcción de los portales por los que planean ir y venir hacia el mercado y regresar siempre, a la universidad pública que los formó.

Fotos: archivo inauguración del edificio INTEQUI

Crédito

Nota producto de actividades de prácticas pre-profesionales de alumnas de la carrera Licenciatura en Periodismo en Prensa UNSL.
Alumnas: Claudia San Martín y María Antonella Biondi
Supervisora por Prensa UNSL: Fabiola Aranda

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