El psicólogo y profesor Patricio Godoy Ponce es el coordinador del Centro de Prevención y Erradicación de la Violencia Laboral (CePEV). En diálogo con Noticias UNSL el profesional nos explica cómo se está avanzando en la conformación del mismo y la importancia de que toda la comunidad universitaria conozca este espacio de escucha y defensa de sus derechos.
¿Cómo se está realizando el trabajo en el Centro de Prevención de Violencia Laboral?
Si bien la normativa que crea el Centro de Prevención de Violencia Laboral data de octubre del año 2021, aún estamos en proceso de conformación, tanto del Equipo Técnico Profesional, como de un espacio físico para su funcionamiento. Sin embargo, como Coordinador del Centro, he recepcionado las denuncias y llevado a cabo el procedimiento administrativo con las respectivas recomendaciones para cada caso. También se han realizado asesoramientos, tanto para el personal docente y nodocente y a algunas autoridades y funcionarios/as que lo han requerido. Por el momento cuento con la colaboración del secretario General de la UNSL, Dr. Raúl Gil, de Asesoría Jurídica y del trabajo conjunto del Equipo Técnico Interdisciplinario (ETI) por algunos casos puntuales.
¿Cuáles son los objetivos propuestos para este año?
El primer objetivo es que toda la comunidad educativa de la UNSL que lo requiera, encuentre un espacio de escucha donde pueda asesorarse para tomar las decisiones que consideren pertinentes ante un hecho de violencia laboral. Una vez conformado el equipo profesional, se iniciará con el segundo objetivo, que es realizar una campaña de prevención y sensibilización sobre el tema, que consistirá en implementar un Programa de Capacitación en Violencia Laboral dirigido a las autoridades, docentes y nodocentes de todas las Facultades y centros dependientes de la UNSL.
El tercer objetivo es velar por el cumplimiento de cada uno de los artículos de la Ord. CS 64/21. Ello implica recepcionar denuncias, asesorar, realizar los seguimientos pertinentes, promover el convenio con DOSPU para la atención gratuita, articular acciones conjuntas con otros/as actores/as de la Universidad, como los gremios y el ETI.
¿Qué impacto sentís que tuvieron estas políticas que implementó la UNSL en la prevención de la violencia laboral?
Es muy pronto para evaluar el impacto en términos generales por el reciente nombramiento de la Coordinación. Creo que la comunidad universitaria poco a poco va tomando dimensión sobre el tema y sobre las consecuencias en la salud y en las condiciones de trabajo. Sabemos que es un avance en cuanto a política institucional para proteger derechos, y en este sentido, es una normativa necesaria pero no suficiente para prevenir y/o erradicar las violencias en la UNSL. Se requiere mucho más que eso, como por ejemplo un claro convencimiento de «violencia cero en la UNSL» de parte de quienes gestionan, destinar recursos humanos y materiales, generar evaluaciones periódicas de riesgos psicosociales para intervenir antes de que se llegue a una situación de violencia, promover cambios culturales a nivel institucional para mejorar los vínculos entre quienes convivimos a diario en la Universidad, por lo tanto, esto es un proceso que implica desnaturalizar las violencias.
¿Cuál creés que es la importancia de que se conozca este espacio y el trabajo que realizan?
La importancia está en su propia existencia. Hoy contamos con una normativa, un procedimiento, plazos, sanciones, etc., que antes no teníamos. Además, estamos siendo capaces de reconocer que en nuestros espacios de trabajo existe la violencia y que hoy no es tolerable, porque justamente uno de los aspectos que sostienen este tipo de comportamientos es la impunidad que perciben quienes la ejercen. Que se conozca que hay consecuencias y también protección para quienes se animan a realizar una denuncia por acoso u hostigamiento laboral.
¿Cuál creés que es la importancia de que existan estos espacios en una Universidad Nacional?
Fundamentalmente porque la Universidad debe garantizar derechos, tales como el trabajo digno, la salud, las condiciones y medio ambiente de trabajo, entre otros aspectos. Además la Universidad como cualquier organización, no está ajena a las violencias que se suscitan en otros espacios sociales, y en este sentido, debe servir no solo para aquellos/as que viven una situación de esta naturaleza, sino que también, como un espacio constante en el que podamos discutir nuestras prácticas, nuestro quehacer en la universidad y darle sentido al porqué elegimos estar y sostener una Universidad Pública, y las violencias no deben ser nunca una opción. No se gestiona con violencia, no se debe vivir en espacios violentos, no debemos vincularnos a través de la violencia.