La psicoanalista María Inés Sotelo presentó sus investigaciones en la Universidad Nacional de San Luis (UNSL). Lo hizo en el segundo Congreso Nacional de Psicología.
Sotelo es actualmente miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. En esta entrevista expone el contenido de su disertación sobre: Salud pública y Urgencias Subjetivas.
Además hizo referencia a su libro, que fue lanzado en 2015, denominado DATUS (Dispositivo Analítico para el Trastorno de las Urgencias Subjetivas), que le sirvió como trabajo final para su tesis de doctorado.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de Urgencias Subjetivas?
Me parece que en principio una de las cuestiones fundamentales que nos ha llevado a investigar sobre este tema formalmente a través de la Universidad de Buenos Aires (UBA), desde hace muchos años, es entender cómo las presentaciones clínicas en las instituciones se presentan cada vez más como urgencias, es decir, como aquello que no puede esperar, que requiere una respuesta eficaz y contundente que resuelva la problemática de quienes allí concurren.
Entendemos que desde la perspectiva evidentemente médica, la urgencia tiene otra mirada, es decir, su asistencia está más bien regulada con los protocolos bien establecidos.
Nosotros creemos que desde el campo de la salud mental no alcanza con la utilización de protocolos sino que, a la luz de las investigaciones que venimos verificando, es necesario que en los dispositivos de urgencia se ofrezca un tratamiento de torsión que llamaremos generalizable o clasificable para que cuando la llamemos urgencia subjetiva quien asiste por ejemplo con un ataque de pánico, a veces suponiendo que tienen un infarto, pueda establecer una relación entre este padecimiento y su historia. Digamos lo que tiene que ver con su subjetividad.
Por eso cuando se produce esta torsión, cuando hay un trabajo en la urgencia misma entendemos que allí podemos pensar en que la urgencia como tal ha concluido y que se ha transformado en una urgencia subjetiva, es decir, encontramos un sujeto que se responsabiliza de aquello que le ocurre y del tratamiento que está dispuesto a dar.
En el año 2015 lanzó DATUS: ¿Cómo surgió su creación? ¿Qué objetivos tiene?
Este dispositivo, plasmado en libro, fue justamente el trabajo final y conclusivo de mis años de investigación para la tesis de doctorado. Tiene como objetivo el diseño de un dispositivo que aloje las urgencias y que se le dé, como decía antes, un tratamiento que sea el inicio de la cura dada en la urgencia misma.
Digamos que la guardia no se transforme en una puerta giratoria por la cual los pacientes asisten y resuelven por ejemplo el tema de la ansiedad por la vía farmacológica, que tiene cierta eficacia, pero luego terminado el blíster volverán a la guardia en el mismo punto. Esto es un trabajo en el cual hemos hallado investigaciones de todo el mundo que justamente advierten sobre esta problemática en las guardias.
DATUS es una propuesta en la cual la idea es que el paciente llega y allí mismo comienza su tratamiento de urgencia, que puede concluir ahí, puede darle luego un tratamiento o un espacio en consultorios externos, pero donde finalmente no vuelva luego de un tiempo con el mismo punto, sino que esa intervención del dispositivo deje su marca.
¿Este dispositivo se está aplicando en algunos hospitales?
Sí, hay experiencias como las del hospital de San Isidro, otras se han ido aplicando un poco más informalmente en otros hospitales y en el ámbito privado hay una institución en Buenos Aires que es la Escuela de la Orientación Lacaniana que tiene un dispositivo asistencial que se llama PAUSA, que atiende urgencias subjetivas, dirigido por Ricardo Seldes.
¿Cuánto influye el entorno social para que las personas lleguen a la guardia con esa primera consulta?
Creemos que si bien nosotros podemos dirigirnos a la subjetividad, entendemos la confluencia de distintas variables sociales, económicas, educativas y demás. Hay muchísimas variables que se ponen en juego a la hora de producirse una consulta.
Las situaciones de crisis son difíciles, no sólo para el sujeto que a veces no puede sostenerse porque no cuenta con los recursos emocionales y psíquicos, sino también para la familia que no puede hacerse cargo y acompañar, entonces ahí las problemáticas se amplifican y en las instituciones hay que inventar otros espacios de alojamiento, no sólo para el paciente, sino también para las familias y para quienes lo acompañen porque son situaciones de alta complejidad que requieren, a mi gusto, de abordajes múltiples.
Pienso en el abordaje en cuanto al psicólogo, el psicoanalista, el psiquiatra, el trabajador social, psicoterapeuta, terapista ocupacional, acompañante terapéutico, digo, son situaciones de tanta complejidad que verdaderamente requieren en muchos casos del trabajo entre todos.